Los niños con amigdalitis aguda (amigdalitis) y/o adenoiditis (infección adenoidea) pueden desarrollar fiebre alta, debilidad general y dificultad para tragar, agrandamiento de los ganglios linfáticos en el cuello, dolor de cabeza, dolor abdominal, tos, congestión nasal y secreción nasal. Las infecciones causan agrandamiento de las amígdalas y del tejido adenoideo. Como resultado, se produce dificultad para respirar por la nariz. La angustia es más notoria durante el sueño; Estos niños suelen roncar y experimentar interrupciones respiratorias de más de 10 segundos, lo que llamamos apnea del sueño. Los niños que tienen infecciones de amígdalas 3 o más veces al año pueden desarrollar fiebre reumática aguda; Puede producirse daño a las válvulas cardíacas y a los riñones. Puede haber problemas del habla, dificultad para comer y tragar y deterioro de la estructura facial y dental. Uno de los problemas más graves en los pacientes con adenoides es la pérdida de audición debido a la acumulación de líquido en el oído medio. La cirugía es necesaria si un niño tiene infecciones de amígdalas 7 veces al año, 5 veces al año durante dos años consecutivos o 3 o más veces al año durante 3 años consecutivos. Pero a veces, se puede decidir la cirugía incluso en caso de una única infección grave. Además, aunque es poco común, el agrandamiento amigdalino unilateral también puede requerir una evaluación urgente debido a la posibilidad de un tumor maligno. Mal aliento y cálculos en las amígdalas. Una semana después de la cirugía, los pacientes reciben una dieta que consiste en alimentos acuosos y blandos. A los niños que han sido operados no se les debe dar alimentos duros, picantes y picantes y evitar bebidas carbonatadas y ácidas durante una semana. El helado es especialmente una buena opción durante este período.
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