Sabemos que algunos niños forman vínculos con determinados objetos desde la infancia. Exhiben comportamientos como no dormir, comer o salir separados de ellos. Por ejemplo, algunos niños no podían dormir sin la gasa de su madre o sin sentir su olor. Si no pudieran encontrarlo, llorarían durante horas. Podemos ver ejemplos similares a nuestro alrededor. Entonces, ¿cuál es el motivo de estos comportamientos y qué tan normal es?
Los bebés establecen su primera comunicación con sus madres. La madre amamanta al niño, lo sostiene en brazos, le limpia el pañal, lo acuesta a dormir, etc. Durante las actividades se produce la interacción y el vínculo afectivo entre madre e hijo. Este apego se divide básicamente en tres.
Apego seguro: Cuando el cuidador (madre) está con el niño, el niño se siente cómodo y continúa explorando su entorno. Está inquieto y llora cuando el cuidador no está cerca. Las personas con este estilo de apego tienden a verse a sí mismos y a los demás de manera positiva. Valoran las relaciones cercanas y tienen éxito en iniciar y mantener dichas relaciones.
Apego ambiguo/ansioso: Desarrollan respuestas excesivas e inconsistentes a los estímulos y la presencia del cuidador. Aquellos que muestran este tipo de apego sienten enojo hacia el cuidador y no pueden explorar libremente.
Apego ansioso/evitativo: Estos niños evitan el contacto con el cuidador y dirigen su atención a objetos y juguetes. Cuando el cuidador no está cerca, no lloran y siguen jugando.
Estas diferencias en el molele de apego juegan un papel determinante en los rasgos de carácter y la comunicación futura.
Los niños, que luego comenzar a explorar su entorno, entrar en contacto con objetos (juguetes). Durante este contacto, niños; Primero reconocen y se apegan a estos objetos basándose en el sonido y el olor del objeto. Luego el color, forma, suavidad, tamaño, etc. de las prendas. La selectividad se desarrolla en consecuencia.
Por tanto, este apego que los niños establecen con los cuidadores y los objetos es efectivo en todos los aspectos de su vida. Aunque la forma y duración del apego varían característicamente, el apego ocurre en casi todos los niños. Después de un tiempo, el apego puede convertirse en un hábito en los niños.
Las figuras a las que los niños se apegan pueden variar. Estas diferencias Es causada por el cuidador del niño, el entorno, las experiencias de vida y las características estructurales del niño. Por ejemplo, los niños que tienen un apego ansioso a sus madres desarrollan un patrón de sueño contactando a sus madres por la noche (sujetándola del cabello, tomándola de la mano). Otro ejemplo es que dormir con juguetes de héroes imaginarios con los que constantemente se juega o se toma como ejemplo es común en los niños en edad preescolar. Las diferencias en las muestras seleccionadas surgen de su color, olor, suavidad y exposición constante.
En ocasiones, esta devoción puede continuar hasta edades muy avanzadas. Y afecta especialmente negativamente a la vida social de la madre. Entonces, ¿cuál debería ser la actitud de las familias ante esta adicción del niño?
Los niños demasiado apegados pueden experimentar falta de confianza en sí mismos, ansiedad por separación, rechazo escolar, trastorno de ansiedad generalizada en edades posteriores. Se pueden observar diversos problemas como el trastorno obsesivo compulsivo, fobias específicas. Los problemas mencionados anteriormente son comunes, especialmente en niños que muestran un patrón de apego patológico con el cuidador (madre). Además, los estudios han demostrado que los niños que muestran un apego excesivo a los cuidadores y objetos en el período preescolar tienen un mayor riesgo de consumir alcohol y drogas en el futuro. Además, estos niños también tienen más probabilidades de encontrar problemas en su vida familiar en el futuro. Teniendo en cuenta todo esto, es necesario hacer esfuerzos para desarrollar un apego saludable en los niños desde edades tempranas.
Por este motivo se debe prevenir un apego excesivo al cuidador u objetos (juguetes). En este sentido, a partir de los 3-4 años se debe animar a los niños a comunicarse más con su entorno, descubrir cosas nuevas y añadir nuevos colores a sus vidas. Por ejemplo, puede ser beneficioso cambiar o diferenciar los elementos utilizados y permitir que la madre pase tiempo con otras personas (especialmente con sus compañeros).
Si estos hábitos continúan hasta la vejez y causan negatividades en la vida del niño o de la familia, se debe consultar a un experto y se debe tomar ayuda.
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