La confrontación, la conciencia y la responsabilidad, que son elementos importantes del proceso terapéutico, requieren que la persona toque sus heridas y asuma la responsabilidad de vez en cuando. Esta situación a menudo traerá dolor, no alivio. Sin embargo, este dolor es una buena señal para el tratamiento. Por lo tanto, un estado constante de felicidad en la terapia puede verse como una expectativa poco realista y una situación que debería plantear un signo de interrogación sobre la terapia. Por supuesto, casi muchas personas acuden a psicoterapia para aliviar su dolor. En toda terapia, este se considera el objetivo final del proceso. El objetivo del psicólogo y del paciente es en última instancia que la persona sea feliz, que su dolor se alivie, que disfrute de su vida y aumente su calidad de vida.
Sin embargo, ¿qué dosis de dolor en ¿Qué situación es saludable y útil? ¿Qué determina nuestra tolerancia al dolor? Mientras los acontecimientos dolorosos avanzan, maduran y cocinan a algunas personas, ¿qué elementos entran en juego en el mismo dolor que retrocede y estrecha a otras? En este punto, el objetivo no es que la persona viva una vida libre de dolor, sino que esté en paz con su dolor en la dosis apropiada y adecuada, y que encuentre curación para la dimensión nociva del dolor. En lugar de aliviar siempre a la persona de su dolor, examinar su relación con el dolor, lo que le hace evitar tanto el dolor, lo que reduce su tolerancia y lo que lo hace vulnerable, lo que aumenta la dosis de dolor en las situaciones que experimenta, son exactamente lo principal. puntos que la terapia debe capturar.
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