El poder de las palabras en la comunicación es del diez por ciento, el poder del tono de voz es del treinta por ciento y el poder del lenguaje corporal es del seis por ciento.
Las palabras tienen menos impacto en la comunicación que el lenguaje corporal y tono de voz; Es muy importante para nosotros porque es eficaz, se utiliza adecuadamente, nos hace pensar que podemos expresarnos, prueba nuestra existencia, es eficaz para declarar nuestra libertad, nos hace pensar que yo y mis ideas somos valiosas. , y a veces nos hace pensar que podemos proteger nuestros derechos y prevenir la injusticia.
Uno de los problemas que experimentan las personas que quieren ser ingeniosas es que lo que quieren decir les viene a la mente más tarde. que en ese momento. Después de la comunicación aparecen quejas como '¡Ojalá hubiera dicho eso!', '¿Por qué no pensé en eso en ese momento?'.
Otra situación es que piensa en cosas que decir pero no puedo expresarlos. Resume su situación con expresiones como 'Estaba en la punta de mi lengua en ese momento, pero no pude decirlo', 'Lo que iba a decir se me quedó atrapado en la garganta, pero no pude hablar'. '.
Para evitar cualquier daño en la comunicación, nuestro enfoque siempre está en lo que diremos, cómo lo diremos y luego cómo responderemos dentro de las posibilidades de su respuesta. . En este caso, no podemos centrarnos en el contenido de la conversación y mantener toda la atención en nosotros mismos. No podemos escuchar a la otra parte, no podemos expresarnos adecuadamente y obstaculizamos el flujo de la conversación. Este tipo de situaciones en las que nos centramos en nosotros mismos aumentan nuestra ansiedad y nos provocan olvidos, pánico, nos tiembla la voz, cometemos errores en el habla, etc.
Si experimentamos intensamente nuestra necesidad de aprobación, la posibilidad de encontrarnos con una idea distinta a la nuestra nos pone muy nerviosos. Si no podemos presentar libremente nuestra propia opinión y no valoramos nuestras opiniones, es más probable que exaltemos la opinión de la otra parte. Las personas que se enfrentan a esta situación tienen deseos como: "¡Ojalá pudiera leer lo que está pasando en la mente de la otra persona!". En realidad, esto no es necesario. Debemos aceptar que no tenemos por qué estar de acuerdo con la otra persona y asegurarnos de que nuestras opiniones sean respetadas. Asimismo, debemos ser respetuosos con las ideas y sentimientos de la otra parte. 'Tus ideas 'Respeto tu opinión, pero lo pienso de esta manera'.
Otra situación es la preocupación de '¿y si me rechazan?' en lugar de desaprobación. Si nuestras ideas perturban tanto a la otra parte que nos rechaza, esto demuestra la sensibilidad de la otra parte, no la nuestra. Si intentamos actuar siempre según esta sensibilidad, no podremos criar al niño que llevamos dentro y nuestras ideas se pudrirán antes de florecer. Y es por eso que a nadie le tienen que gustar nuestras ideas, no tienen que aprobarlas, no tienen que apreciarlas, no tienen que encontrarlas correctas, tampoco tienen que creerlas.
En la comunicación, en lugar de querer ser una respuesta ya hecha, podemos hacer una introspección y ver dónde nos falta. Debemos descubrir y buscar soluciones sobre cómo repararnos a nosotros mismos.
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