Virginia Satir, una de las fundadoras de la terapia familiar, afirma que el noventa y cinco por ciento de las familias son inadecuadas, insalubres, ansiosas e incapaces de afrontar incluso los problemas cotidianos. Los padres que crecieron en familias poco saludables transmiten este doloroso legado de generación en generación hasta que se rompe el círculo. La base de esta familia disfuncional y enferma reside en la pérdida de su "yo real" por parte de los individuos. Este es el elemento subyacente de los trastornos de la personalidad como el alcoholismo, la adicción al trabajo, la drogadicción, el juego y el fanatismo.
Nuestras necesidades comienzan desde el momento en que venimos al mundo. En una familia sana, los padres satisfacen sus necesidades de manera saludable. También se convierten en un buen modelo para sus hijos.
La distinción entre el “yo real” y el “falso yo” es la diferencia entre un desarrollo saludable y uno no saludable. Tratamos de ser el mentiroso yo; La armadura que portamos contra ataques desde dentro o fuera de la familia, y que poco a poco se hace nuestra. Para muchos de nosotros, como hijos de familias infelices que siempre reprimen nuestro verdadero yo, ¡esto es aprender a vivir y adaptarnos a la vida! Una vez herido, el verdadero yo se retira y se esconde, y el niño desarrolla una identidad falsa para sobrevivir. Toda esta supresión del verdadero yo a veces resulta en una explosión malsana, que sale a la superficie en una forma descrita como un trastorno de la personalidad.
Pero ¿qué hacer? El proceso de curación tiene dos resultados importantes: Primero, el individuo SE CONOCE A SÍ MISMO, se siente más creativo, más completo, es decir, se ama a sí mismo y a la vida. En segundo lugar, transmite esta belleza, alegría de vivir y creatividad a sus hijos. Sólo así se podrá romper el círculo vicioso y establecer un mundo más hermoso.
Cuando se menciona educación, lo que viene a la mente es "aprendizaje". Dado que las instituciones educativas entienden sus deberes de esta manera, la "educación" permanece en el medio. Desde que dejamos la educación según el modelo de Recep İvedik, no hay mucho que decir a nuestros hijos, pero deberíamos preguntarnos: "¿Dónde estamos haciendo mal?", sin llorar ni quejarnos. Y debemos responder:
La personalidad competente se puede definir en diez dimensiones:
1-Ser comprensivo, perceptivo, consciente.
2-Ser paciente. Ser capaz de ver el futuro.
3-Ser duradero y decidido, No rendirse.
4-Ser responsable.
5-Ser trabajador. Comprender la importancia de trabajar.
6-Aceptar el error.
7-Querer corregir el error, esforzarse y corregirlo.
8-A eventos, personas y problemas. Ser capaz de mirar objetivamente.
9-Ser justo.
10-Ser capaz de empatizar.
Ahora bien, estas diez dimensiones son criterios de 'competencia' que en cada grupo de edad, de acuerdo con su propia línea de desarrollo, se deben tener en cuenta. Un niño de tres años, un adolescente de 13 años y un adulto de 33 años son competentes o no competentes según estos criterios.
Estas diez dimensiones son áreas de competencia en en el que funcionan tanto la inteligencia académica como la inteligencia social. Por supuesto, la "educación de la personalidad competente" comienza con el nacimiento del niño. La familia, la guardería, la primaria, la secundaria y el bachillerato deben saber implementar esta educación con un sistema integrado e implementarla. Luego, deberían medir dónde se encuentran en esta educación.
Porque el "ÉXITO EN LA VIDA" está directamente relacionado con estas respuestas.
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