Se llama apego al vínculo emocional entre el bebé y su cuidador principal. Tan pronto como el bebé nace, busca a alguien con quien vincularse y quiere estar firmemente apegado a él. En este proceso de apego, los bebés establecen un vínculo especial con el cuidador principal (Sadock, Sadock y Ruiz, 2016). La teoría del apego comenzó a aparecer en el trabajo del psicoanalista británico Bowlby. La teoría del apego de Bowlby afirma que las relaciones de los bebés y niños pequeños con sus cuidadores principales (normalmente las madres) desempeñan un papel activo en sus vidas futuras. La relación entre el bebé y el cuidador juega un papel en su desarrollo posterior y en sus funciones de personalidad. El hecho de que el individuo tenga una relación libre de problemas con el cuidador principal en la primera infancia afecta positivamente el apego. Bowlby (1973) menciona tres proposiciones en la teoría del apego. La primera premisa es que cuando un individuo confía en que puede encontrar la figura de apego cuando la necesita, será menos propenso a la ansiedad que alguien que por alguna razón carece de esa confianza. La segunda proposición expresa confianza en la presencia o ausencia de figuras de apego durante el período sensible en el que se desarrolla esta confianza. Esta infancia se construye gradualmente durante la niñez y la adolescencia, y éstas tienden a permanecer relativamente sin cambios durante el resto de la vida, independientemente de las expectativas. La tercera proposición se refiere a experiencias de la vida real. Es la suposición de que los individuos en realidad tienen diversas expectativas de accesibilidad y capacidad de respuesta a las figuras de apego que se desarrollan durante la adolescencia (Bowlby, 1973). Ainsworth y otros sugieren que la sensibilidad de la madre a las señales y necesidades del bebé durante el primer año de vida es un prerrequisito importante para el apego. Las madres que son lentas o inconsistentes en responder al llanto de su bebé, o las madres que interfieren con fuerza con su bebé, hacen que los niños lloren más ansiosos/indecisos. Si la madre rechaza constantemente los intentos del bebé de establecer contacto físico, el bebé puede aprender a evitarlo (Hazan y Shaver, 1987). En un estudio se observó que existen diferencias en la forma en que los bebés afrontan el estrés de quedarse solos con sus madres. La mayoría de los bebés con apego seguro notan la ausencia de su madre. Se ha observado que cuando regresó su madre, que no le dio grandes reacciones, rápidamente la aceptaron de una manera cálida y relajada. Se ha observado que los bebés ansiosos-indecisos protestan ante la partida de su madre y lloran, y cuando ésta regresa les cuesta calmarse y se enojan. Se observó que el tercer grupo, denominado tímido, no se sentía incómodo con la separación de su madre y no buscaba abrazos físicos ni relajación (Cooper, Shaver y Collins, 1998). Hazan y Shaver (1987) también analizaron el apego adulto con una escala bidimensional. El tema principal de su investigación es que las posibles diferencias en los estilos de apego infantil se encuentran entre los determinantes de los estilos de apego de los adultos. Hazan y Shaver (1987) analizaron el apego adulto en tres categorías, basándose en estudios previos; seguro, ansioso/indeciso y reservado. La teoría del apego subraya las interacciones con figuras de apego básicas durante la infancia y la niñez, como despertar una sensación de apoyo y confianza, inconsistencia en responder a los deseos del niño, despertar ansiedad, estado de alerta e ira, o frialdad y rechazo hacia el niño (Cooper, Shaver y Collins, 1998). ). A partir de estos, es probable que los adultos con apego seguro formen relaciones a largo plazo interesadas, relativamente estables y satisfactorias, seguras de sí mismas, socialmente capacitadas, abiertas a relaciones cercanas con parejas románticas. Los adultos ansiosos-ambivalentes, por otra parte, carecen de confianza en sí mismos; preocupado por el rechazo y el abandono; propenso a los celos y las rabietas en las relaciones de pareja percibidas como poco confiables; A pesar de sus peligros, están ansiosos por entablar relaciones románticas y es más probable que hagan declaraciones inapropiadamente duras, se enamoren rápidamente y tal vez de manera casual, y experimenten separaciones y reencuentros frecuentes. Los adultos evitativos, por otro lado, pueden o no estar relacionados con relaciones cercanas, pero aun así se sienten incómodos con la intimidad, evitan la relación romántica a largo plazo, se sienten incómodos con la autorrevelación, se sienten relativamente inhibidos y no tienen habilidades sociales (Cooper, Shaver y Collins, 1998). El individuo seguro que intenta establecer una relación con otro individuo puede sentirse forzado o Una persona tímida puede hacer que su pareja segura actúe con ansiedad. No se puede ignorar que las relaciones son fenómenos complejos y poderosos con efectos causales que van más allá de ser predichos únicamente en variables de personalidad (Hazan y Shaver, 1987). En los años siguientes, Bartholomew y otros (1991) propusieron dos tipos de modelos de trabajo interno basados en la teoría del apego adulto de Bowlby. En esta teoría, que estudia el automodelo interno del individuo y el modelo interno de los demás, cada modelo interno se divide en dos, positivos o negativos, y se forma un modelo de apego cuádruple. El modelo de apego cuádruple consideró los estilos de apego de los individuos como cuatro patrones: apego seguro, preocupado, desdeñoso y temeroso. Las personas con apego seguro tienen un sentido de valía (amabilidad) y generalmente son sensibles y aceptan a los demás (Bartholomew y Horowitz, 1991). Estos individuos tienen una alta autoestima y no se molestan en compartir con los demás (Çalışır, 2009). En el apego obsesivo, el individuo se ve a sí mismo como inútil y no amado, y tiene evaluaciones positivas de los demás (Bartholomew y Horowitz, 1991). Estos individuos están esperando la aprobación de la otra persona. La persona temerosamente apegada evita las relaciones cercanas con los demás. Se evalúa negativamente tanto a sí mismo como a la otra persona. Tiene la sensación de que será rechazado por los demás. No conlleva un sentido de confianza (Bartholomew y Horowitz, 1991). Si bien los adultos con apego indiferente se ven a sí mismos como valiosos y adorables, tienen una evaluación negativa de la persona que tienen delante. Estas personas evitan las relaciones cercanas y se protegen a sí mismas y a su independencia frente a las decepciones (Bartholomew & Horowitz, 1991).
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