La ira es una de las emociones más básicas del ser humano. Cuando un niño se enoja, golpea el suelo con los pies, los adolescentes dan portazos o un adulto puede enojarse con alguien mientras conduce en el tráfico. La ira es una de las emociones más valientes, pero cuando no se expresa de forma saludable, se vuelve destructiva. Generalmente, la ira también se define como una emoción encubierta que enmascara otra emoción.
Muchas personas pueden enojarse ante situaciones negativas vividas en el trabajo. Cuando analizamos los factores subyacentes a este enojo, surge de razones tales como un ambiente de trabajo estresante, un ritmo de trabajo intenso, falta de aprecio y descripciones de trabajo poco claras. Estas razones provocan sentimientos de frustración, injusticia, decepción y disminución de la eficiencia laboral. En tales situaciones, la forma en que uno sigue cuando está enojado puede afectar el resultado de ese evento de manera positiva o negativa. Aunque la ira es una emoción saludable, es importante cómo se muestra. La forma en que se expresa la ira puede variar de persona a persona. Cuando algunas personas se enojan, optan por resolver la situación hablando, mientras que otras pueden reprimirse o volverse agresivas. En tales casos, la persona puede decir palabras que no quiere decir en ese momento y, como resultado, puede equivocarse aunque tenga razón. Por tanto, es importante que la persona opte por hablar con el destinatario sobre la situación en la que se encuentra enfadado, no en ese momento sino después de que se haya calmado, e intentar solucionar el incidente. Porque la ira no es un método de resolución de problemas, al contrario, hace que la situación se vuelva inextricable y estalle.
Adquirir la capacidad de expresar la ira correctamente se llama manejo de la ira. En primer lugar, es importante que la persona reconozca las situaciones en las que se enoja. Así, puede optar por mantenerse alejado de la persona o evento que lo enoja. Si la situación o la actitud de la persona no se puede cambiar, entonces la situación que no se puede cambiar debe aceptarse, evitarse e ignorarse. Cuando se pueden controlar las señales de ira en el cuerpo, las reacciones se pueden gestionar de manera más constructiva. Aumentar tu conciencia de lo que sucede en tu cuerpo es tu primer punto de intervención para reducir tu excitación y poder elegir una reacción más adecuada. Sentir una emoción intensa en el momento de la ira. Debido a esto, puede haber taquicardia e irregularidades en la respiración. El cuerpo se puede relajar realizando ejercicios de respiración y relajación muscular. Sin embargo, cuando todo esto no funciona, es importante contar con el apoyo de un experto para evitar las pérdidas materiales y morales de la ira.
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