El duelo es una respuesta natural a la pérdida de un ser querido. En el proceso de duelo, quedamos atrapados en una avalancha muy turbulenta de emociones: el dolor profundo, los ataques de llanto, los arrebatos de ira, la ansiedad, la soledad y la impotencia son las más destacadas. La persona puede sentir que ha perdido el sentido de su vida, puede entrar en ciclos de pensamientos obsesivos sobre qué puede hacer para evitar esta pérdida, o puede sentirse impotente sobre cómo afrontar esta soledad. la persona y el impacto que la muerte tiene en la vida de la persona. Entonces, ¿cómo ayuda la psicoterapia a alguien que está en duelo?
La escuela de Terapia Cognitivo Conductual trabaja para reemplazar los pensamientos que hacen que la persona se sienta culpable por otros más funcionales. La Terapia de Aceptación y Compromiso ayuda a aceptar estas emociones negativas tal como son, en lugar de huir. La terapia psicodinámica se centra en el significado de esta pérdida, las asociaciones inconscientes de la muerte y las causas subyacentes de las respuestas individuales. Por otro lado, la terapia EMDR se centra en las partes traumáticas del duelo y apoya la formación de mecanismos de afrontamiento funcionales.
El proceso de duelo es una experiencia difícil para la mayoría de las personas. Por eso, cuando pierdes a un ser querido, no tienes que afrontarlo solo. Será muy valioso contar con el apoyo emocional de tus seres queridos, expresar estos sentimientos en lugar de reprimirlos y hablar de esta experiencia durante el proceso de psicoterapia.
Las 5 etapas del duelo
Negación: Cuando te enteras de la pérdida de un ser querido o sabes que tienes una enfermedad terminal, esto puede parecerte muy poco realista. Debido al shock que has experimentado, tu mente en realidad no acepta este hecho para continuar con su funcionalidad; Negar esta situación es el mecanismo de defensa más comprensible. Es posible que se sienta entumecido o paralizado, lo que profundizará los sentimientos dolorosos. “Este diagnóstico no puede ser cierto. Probablemente mezclaron los resultados.”, “Él no murió; Puede llamarme en cualquier momento. Debe haber algo mal”.
Ira: la ira es una máscara de esos sentimientos amargos que se han profundizado. hombre, este sentimiento Para protegerse de ser atrapado, esparce ira hacia todos los que están frente a él. A veces, este enojo puede dirigirse a familiares y amigos, a veces a sí mismo y, a veces, al Dios que causó la pérdida. “Dios, ¿por qué me quitaste a esa persona? ¿Qué hice para merecer esto?”
Negociación: cuando nos sentimos vulnerables e impotentes, se nos ocurren ideas para cambiar las consecuencias de este terrible evento. Creemos que si hubiéramos exhibido ciertos comportamientos para prevenir esta muerte, estos resultados no habrían ocurrido. En este punto entran en juego pensamientos que empiezan con “si”. “Si hubiera llamado a mi padre esa noche, tal vez no hubiera muerto”, “Quizás hubiera podido prevenir esta enfermedad si hubiera ido a más hospitales.”
Depresión: La depresión es una reacción normal ante la pérdida de un ser querido. Si los individuos no se sienten deprimidos en absoluto, podemos sospechar una respuesta anormal. La persona también se vuelve más consciente de su propia mortalidad. Se vuelve más callado, reacio y comienza a pasar tiempo solo. “De todos modos, voy a morir pronto, ¿qué sentido tiene la vida?”, “¿Cómo viviré mi vida sin ella?”
Acuerdo: esta fase es no una especie de final feliz; sin embargo, se trata de aceptar la realidad de la muerte y pensar en cómo continuar en la vida. La psicoterapia puede facilitar la entrada en esta fase. “Él siempre vivirá en mis recuerdos; Tengo suerte de haber compartido tantos años hermosos juntos”, “Nada de lo que hubiera hecho hubiera detenido esta muerte de todos modos, no es mi culpa”.
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