La forma en que existimos, nos amamos y nos realizamos es diferente en muchos aspectos dependiendo de si somos hombres o mujeres. ¿Qué está pasando con el departamento de feminidad en este momento? ¿La identidad tiene género? Quería compartirles uno de mis libros de referencia que he destacado, que también trata sobre la construcción y estructuración de la identidad femenina, la transferencia intergeneracional y su aparición en el psicoanálisis desde una perspectiva clínica.
Un capítulo escrito sobre analizadas femeninas que "regresaron" después de terminar el psicoanálisis fue una de las partes que más me llamó la atención sobre el tema del duelo. En este punto, surgió en mi mente la siguiente pregunta: ¿Qué analizante no va y viene y se encuentra en el impredecible vaivén del cambio que es característico del análisis? ¿Qué analizante no puede evitar pensar en el día en que termina su análisis y preguntarse si algún día volverá a verlo? Afortunadamente, aunque el análisis se detenga durante largos períodos de vacaciones, tenemos la oportunidad de pensar en ello en ausencia del analista, y la capacidad espiritual del analista está siempre al lado de la persona como si fuera una voz interior.
El análisis es un período en el que la capacidad imaginativa que el analista porta y distribuye es arrebatada al analista y utilizado por su propia originalidad. Aunque la definición es incompleta, se trata de un tipo especial de trabajo espiritual que considera la relación inconsciente que se establece con el objeto interno a través del uso del objeto externo, es decir, el psicoanalista.
El proceso de finalización del análisis se refiere a la gestión de la autonomía o dependencia respecto de los métodos que conducen a la separación del primer objeto: la madre. Entonces, ¿qué quieren de sus psicoanalistas las mujeres que vienen a ver a sus analistas? Jacqueline Godfrind menciona que el final de su análisis deja a estas mujeres solas y frente a la realización de un funcionamiento alterado por el análisis. Ahora han "cambiado". Asumieron por su cuenta recursos recién adquiridos o mejorados a través del análisis. En estos flashbacks, hay una recaída de la culpa ante el beneficio sexual personal. El grito de ayuda en este flashback se relaciona con un distanciamiento real o imaginario de la madre.
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El regreso de la analizante y el deseo de volver a ver a su analista Nos lleva a la relación con la madre, que está ligada al amor y juega un papel importante en la construcción de la feminidad. El analizante
puede volver a ver a su analista para asegurarse de que lo que está realizando con la madre transferencial es inofensivo. En este punto, hay una pregunta que es necesario considerar: ¿Qué pasó en los primeros días del encuentro madre/bebé que dejó su huella en la forma en que la niña enfrenta su apego y separación de la madre? En este caso de retorno, es posible que se haya desencadenado la naturaleza única de la experiencia de amor y odio de las fantasías inconscientes que alimentan la inversión de la madre en la niña. Esta inversión de la madre en la niña es un fenómeno bipolar. El amor de la madre se expresa a través del reconocimiento del género de la hija, que es percibida como la misma, idéntica y similar y así amada. Por otro lado, esta pequeña, que en el futuro se convertirá en mujer, se siente como una rival. Por tanto, se trata de una inversión fundamentalmente contradictoria. La identificación de la hija con la madre la convierte en una persona ideal para la cercanía afectiva, pero al mismo tiempo, también trae consigo la alienación como posible rival. El primer amor de la madre por su bebé está marcado por el género del bebé. El amor de la madre por su hija está guiado por la identificación con su similar. Encuentra su base en la identidad corporal. Esta similitud se refleja en la afirmación de la madre: "Sé mejor que tú lo que es bueno para ti porque ambas somos mujeres". Al mismo tiempo, cada diferencia puede equipararse a competencia. Desencadenar la experiencia de estar confinada al período temprano con el poder penetrante que apunta a todas las diferencias, los deseos conflictivos de feminidad genital, es decir, experimentar el amor en la diferencia o la diferencia en el amor, es un dilema que ha existido para la niña desde el principio. .
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En estas mujeres analizadas que regresan, hay una autonomía, portadora de un femenino que sufre una diferenciación del madre y al mismo tiempo asumir sus cualidades. Según la elección, también se manifiesta una culpa. Es posible que lleguen a asegurarse de que el uso de recursos recuperados no destruya a sus analistas. Porque la sobriedad reactiva la agresión asociada con el "abandono" genuino, la pérdida Actúan para recuperar un amor que temen, pero también para demostrar un gesto de lealtad. Quizás el analizante, con la culpa de esta autonomía, desee reencontrarse con otra mujer que sea capaz de comprenderlo.
Godfrind ve que afrontar este duelo analítico es inevitable, que volver no es algo extremadamente malo ni una adicción extrema, sino más bien un intento estructurador que exige la ayuda de una mujer rival, igual y amada. Menciona que es importante escuchar el amor en sus quejas y demandas.
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