Encontrarse, elegir y ser elegido no fue una coincidencia en absoluto. Cuando lo miras, no coincidíamos en absoluto, era tan opuesto, tan contrastante uno al lado del otro, que cuando lo miras desde fuera, es como si no hubieran sucedido. En la dinámica de nuestros opuestos, había un lado que nos unía. Es tan complementario que crea un todo con su combinación, como armar una pieza de un rompecabezas y encajarla perfectamente. El inconsciente no tomó decisiones al azar. Quizás uno estaba en un extremo y el otro en el otro, esta elección no fue casual. No para coincidir, pero en algún lugar dentro, se produce tal dinámica que había un lado que une y un lado que aleja. ¿Por qué alejarse? Una persona se aferra al otro, hasta cierto punto, a las partes de sí mismo que considera que le faltan. Si bien nos aferramos a una parte de nosotros mismos que consideramos que falta en algún lugar interior, esa deficiencia es en realidad una parte de nosotros mismos que no podemos soportar, que no queremos ver y que tratamos de mantener en algún lugar interior. Este es un lado nuestro que nos une y al mismo tiempo nos separa. El motivo por el que falta es precisamente porque no queremos verlo. Porque no queremos verlo en nosotros mismos... Lo hemos visto en la otra persona, lo hemos retenido, pero en un determinado momento perturba a la gente, hurga en la mente de la gente, y la mayoría de las personas tiempo les pone ansiosos. Te pone aún más ansioso cuando intentas que las cosas sucedan. Afecta el curso de la relación. Si podemos superar la dinámica, seremos felices; si no podemos, lo intentaremos. Nuestra ansiedad la aumenta, destruye la relación o nos aleja del otro. Tiene un aspecto tan unificador y distanciador. Una parte de nosotros quiere ver, quiere vivir nuestro deseo, una parte de nosotros no puede tolerar ver, aunque amemos, aunque vivamos nuestro deseo. En algún punto de ahí se rompe nuestra relación. Afecta la capacidad de la otra persona para lograr nuestro deseo.
Entonces, ¿qué hacemos? Aliviaremos nuestra ansiedad, analizaremos nuestra dinámica y aceptaremos nuestros defectos tanto como podamos. Superaremos nuestros propios problemas nosotros mismos, sin culpar ni culpar al otro. Aunque no nos demos cuenta, lo hemos experimentado en algún momento en muchas de nuestras relaciones. Primero nos daremos cuenta de lo que pasa con nosotros mismos. Tal vez será más fácil con el apoyo de la otra persona, pero sin culpar...
Igual que la pieza del rompecabezas encaja perfectamente, pero debido a la producción, queda una pieza parecida al papel en el parte donde encajará. Arrancaremos ese trozo de papel y lo colocaremos donde debe encajar.
Leer: 0