Melike era la chica invisible, tranquila de la escuela con su actitud tímida. No era como sus amigos que hacían mil travesuras para que sonara el timbre y pudiéramos ir al recreo. Llegaría la primera lección, se sentaría en su escritorio al fondo y casi nunca se levantaría de su asiento hasta el final de la escuela. Solo mirarlo por el rabillo del ojo fue suficiente para enrojecer su rostro todo el día. Responder las preguntas fue una pesadilla para él. Según él, cada palabra que decía se convertiría en el hazmerreír de sus amigos. Era difícil incluso subir al pizarrón para dar una conferencia y decir tu nombre frente a un grupo. No quería que nadie más lo observara mientras hacía algo. No podía mirar a la gente a los ojos y no intentaba defenderse ni siquiera cuando tenía razón. No quiso expresarse y prefirió decir “estoy de acuerdo” cuando le preguntaron su opinión. Cuando tenía que hablar en público, las reacciones de su cuerpo competían entre sí para avergonzarlo. En tales situaciones, su corazón latía más rápido de lo habitual y le temblaban las manos. No sabía dónde poner las manos y los brazos, estaba empapado en sudor.
Su padre era un hombre que no se reía mucho y parecía hablar con fuerza. Su madre pensó que su hija se parecía a su padre y prefirió no insistir en el tema, pero con el paso de los años Melike iba empeorando. Desarrolló una fobia a la escuela debido a su timidez y a preocuparse demasiado por las opiniones de la gente sobre él. Dejó la escuela antes de comenzar la secundaria. Ahora pensaba que debería quedarse en casa y mantenerse alejado de las opiniones de la gente. Según él, todos los que lo rodeaban lo veían como un incompetente y feo. Su pánico cuando aparecía en público le llevó a muchas torpezas que no hacía cuando estaba solo.
Un día, vio una entrevista en televisión. Todos los problemas que había estado experimentando durante años fueron descritos uno por uno y esta situación fue calificada como fobia social. El experto del programa afirmó que el problema se solucionaría con el trabajo simultáneo de un psicólogo y un psiquiatra. Melike compartió lo aprendido con su familia y decidieron solucionar este problema con la ayuda de expertos. La mayor oportunidad de Melike fue ver ese programa de televisión. Porque hoy en día estos síntomas no se definen como una enfermedad sino sólo como un rasgo de personalidad. r.
Fobia social, no vergüenza
La fobia social se define como un estado de ansiedad extrema que se siente en entornos sociales. Otras personas a su alrededor, especialmente los extraños, hacen que las personas con fobia social experimenten ansiedad, inquietud y angustia extremas. Por miedo a las críticas, dejan de hacer muchas cosas que quieren hacer y aceptan su destino a su manera. Para muchos, la mayor pesadilla es que los demás noten su ansiedad. Sonrojarse y que te tiemblen las manos visto por los demás es la mayor tortura. Generalmente eligen escapar de la gente y vivir una vida tranquila lejos del ojo público como forma de escape. Las cifras relativas a la prevalencia a lo largo de la vida varían entre el 3 y el 13%. Tanto el enfoque farmacológico como el psicoterapéutico son eficaces en el tratamiento de la fobia social. Mientras el psiquiatra frena la enfermedad con antidepresivos, el psicólogo permite que la persona vea que los patrones de pensamiento negativos que ha creado no son realistas. Muchos estudios han demostrado la importancia del pensamiento positivo en la fobia social.
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