Las noticias sobre "matar" en nuestra vida diaria nos estimulan tanto que casi la mayoría de nosotros nos acostumbramos a estas noticias y nos volvemos insensibles al tema de "matar" sin darnos cuenta (nuestro cerebro se vuelve insensible a estímulos repetitivos). El acto de "matar", del que somos testigos en muchos acontecimientos como "casos de honor, feminicidios, conflictos callejeros, peleas en las carreteras, disputas por el pago de deudas, incidentes terroristas, guerras...", será insensible y "qué importa". ¿a mi?" ¿Podría haber una acción que se diría y finalmente se aceptaría como natural?
El "impulso de matar" existe inconscientemente en el yo básico y más primitivo (ello) de cada ser humano. Cuando prevalece el sentimiento de ira, el individuo puede intentar matar la vida del ser vivo que tiene delante con su incontrolable impulso de matar. Algunas personas (que tienen conciencia y son sensibles al medio ambiente) se arrepienten de su comportamiento asesino y se les conoce como "prisioneros del destino", mientras que otros (que carecen de una naturaleza concienzuda y no valoran el medio ambiente en absoluto) no se arrepienten de pensarlo. "Tengo razón", al contrario, están orgullosos de sí mismos y se les llama "psicópatas, asesinos...".
Incluso durante la guerra, cuando las ganas de matar están en su punto máximo, un soldado capturado o herido en el campo de batalla no muere, su asesinato se considera un crimen humanitario. Una persona que mata en defensa propia sigue siendo considerada culpable y castigada, incluso si se le reduce la pena. Como resultado, el "impulso de matar" no se considera inocente ni se acepta desde una perspectiva humana. El truco consiste en controlar el "instinto a matar" existente y respetar el "derecho a vivir".
Hay dos alternativas para que los humanos elijan: o intentarán "mantener viva a la otra persona" como una "creación de la manera más bella" o, como un ser "convertido en lo más bajo de lo bajo", matará al otro ser humano.
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