Muerte y duelo en los niños

Los bebés y los niños de 0 a 3 años no pueden comprender cognitivamente la muerte. Sienten el vacío y la ausencia del difunto, el niño que no puede expresarse cognitivamente siente dolor y tensión en su cuerpo. Cuando son cuidadores perdidos, experimentan tensión por no satisfacer sus necesidades. Tristeza, ansiedad, trastornos alimentarios, problemas de sueño, desviación del desarrollo, regresión, aumento del llanto son posibles reacciones en los niños de este rango de edad. Satisfacer las necesidades del niño y contar con un cuidador estable se puede definir como la ayuda más importante que se les puede dar a los niños.

Los niños mayores de 3 años no se dan cuenta de que la muerte es un fenómeno que les sucede a todos. En particular, no tiene percepción de su propia mortalidad. Los niños de esta edad tienen dificultades para darse cuenta de que nunca volverán a ver a su ser querido fallecido. La muerte de niños de esta edad debe expresarse de la forma más concreta posible. Hay que explicarle que su corazón no late, su corazón no duele, no volverá a venir. Él ve que fuimos al cielo y demás. Las narrativas pueden hacer que el niño perciba la muerte como un lugar al que puede regresar. Murió porque estaba enfermo, murió porque era viejo, murió mientras dormía, etc. La retórica puede hacer que el niño desarrolle miedo y ansiedad. Durante este período, los niños pueden experimentar síntomas como enuresis, encopresis, trastornos del sueño, rabietas e hiperactividad.

Los niños en edad escolar comienzan a darse cuenta de que el fallecido no vendrá. Los niños de 7 a 11 años saben que la muerte es un proceso universal irreversible y que algún día morirán. Entre los 7 y los 11 años, los niños no aceptan la muerte y se oponen a ella. En este período, el niño puede reaccionar como escapar de la realidad y refugiarse en los sueños. Sin embargo, la muerte es permanente, la muerte es biológica, el difunto no piensa ni siente. El niño puede captar estas realidades. Durante este período, los niños pueden experimentar síntomas como quejas somáticas, rechazo escolar, bajo éxito escolar, incapacidad para prestar atención, peleas y agresión. Voy a decirte algo que me resulta difícil de decir. Debe expresarse con frases claras como tu madre, tu padre, tu hermano murieron, él ya no está vivo. Mucha gente vendrá hoy a nuestra casa para compartir nuestra tristeza con el niño. se aclara. Quizás haya quien llore mucho o sufra en silencio. Usted también puede experimentar la tristeza de muchas maneras diferentes.

Para el niño, la muerte de una figura de apego es una pérdida de desarrollo que va más allá de la pérdida de un ser querido. El acompañamiento a los supervivientes, los toques seguros, el restablecimiento de rutinas y la planificación de pasos seguros y predecibles forman la base del apoyo psicológico para los niños de esta edad.

La muerte durante la adolescencia puede percibirse como la de un adulto. Los adolescentes que experimentan cambios de humor pueden experimentar sentimientos de culpa por la muerte.

El niño que entra en contacto con la pérdida experimenta muchas emociones. Es muy importante la presencia y el entorno de adultos que le den al niño un espacio de duelo. Es muy importante que adultos y niños puedan compartir sus sentimientos y recuerdos.

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