Lo que todos experimentamos y llamamos dolor en realidad tiene muchas formas. Cuando experimentamos una emoción que existe en nuestra realidad, que nos causa malestar y angustia, y los sentimientos de esta emoción se reflejan en nuestro cuerpo, sin añadir significado, juicio o pensamiento, a esto lo llamamos dolor principal o dolor primario. Por ejemplo, el dolor real son las sensaciones desagradables que surgen cuando sentimos directamente las sensaciones en la parte dolorida de nuestro cuerpo, y estas nunca son constantes y cambian de un momento a otro. Es el estado de sufrimiento que existe antes de que se le dé cualquier reacción o significado al dolor o sufrimiento. O, cuando experimentamos ansiedad prestando atención sólo a las sensaciones físicas y sin añadir pensamientos, experimentamos directamente el dolor que nos provoca la ansiedad y a esto lo llamamos dolor primario. Entonces, ¿cuándo convertimos el dolor en sufrimiento? Cuando tratamos de no incluir en nuestra conciencia estos sentimientos primarios que surgen para nosotros, cuando intentamos escapar de sentimientos desagradables, cuando intentamos actuar como si no existieran, o tal vez cuando sentimos ira hacia ellos, surge una nueva realidad. Surge la dimensión del dolor, que llamamos dolor/sufrimiento secundario. Produciendo dolor secundario; Son las emociones que surgen ante el dolor/sentimiento/experiencia principal y nuestras reacciones ante este dolor; Frustración, ira, ignorancia, oposición, resistencia, etc. Aunque todos estos son estados comprensibles, lo que hacemos cuando hacemos esto es resistir y luchar contra el dolor primario. Por un lado, los sentimientos principales que resultan desagradables, quizás dolorosos, y por otro, una segunda dimensión añadida a ello; frustración dolorosa, resistencia, sufrimiento...
La buena noticia: con conciencia y compasión, podemos suavizar estas experiencias/reacciones y dejar de luchar. Simplemente devolviendo nuestra atención a la respiración, el cuerpo y los sentimientos centrales que fluyen en el momento. Podemos experimentar estos sentimientos directamente, sin atribuirles ningún significado, sin analizarlos, juzgarlos o cuestionarlos. Sus sentimientos en ese momento; físico y emocional, podemos aceptar el pensamiento sin involucrarlo. En mi próximo artículo, explicaré cómo podemos experimentar y relajar nuestras emociones y dolores difíciles sin convertirlos en sufrimiento.
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