Todos conocemos el dicho de Karl Marx: "Lo único constante en el universo es el cambio". Y es la expresión de una gran realidad: también hay cambio en el universo y en la naturaleza del hombre, que es su ejemplo más pequeño. Las palabras "No cambio, soy quien soy, no soy una persona voluble, una persona es la misma a los setenta que a los siete, seguiré siendo el mismo después de cuarenta años como era hace cuarenta años" en realidad contradicen los hechos de la naturaleza. Querer un cambio requiere confianza y fe. Tomar riesgos requiere valentía y valentía. Aunque la naturaleza humana está abierta al cambio; La pérdida de cosas a las que uno está acostumbrado y hace habitualmente sin mucho esfuerzo genera miedo. No nos sentimos seguros. Hay muchas acciones que hacemos sin pensar en nuestra práctica de vida. Nuestro cerebro los ha hecho automáticos. Así como usar el mismo camino todos los días para venir de casa al trabajo, una vez, cuando estaban reparando los caminos, vi que el camino que usaba todos los días estaba cerrado, me enojé mucho, como todos, pensando en rutas alternativas. y usar ese camino no me hizo sentir bien. Porque me resultó muy difícil romper cierto sistema automático. Lo que realmente pasó fue que el cambio fue un mayor consumo de energía. El cambio fue como poner un palo en una rueca. El organismo resiste e impide el cambio para mantener la integridad actual.
El esqueleto de la personalidad humana se forma a la edad de siete años. Pensemos en ello como la construcción tosca de un edificio. La decoración de interiores y los diseños de fachadas interiores siempre están sujetos a cambios. Si no fuera así, la humanidad no podría desarrollarse ni cambiar. El entorno en el que crece una persona, la educación que recibe, el entorno que recibe y los estímulos visuales y auditivos que recibe ayudan a moldear su personalidad.
Las personalidades inseguras se cierran al cambio por miedo a desintegrarse en frente a nuevas experiencias. De hecho, esta es una situación muy común en las adicciones. Una persona ni siquiera puede abandonar un hábito que le perjudica por inseguridad. Hace tiempo que olvidó cómo vivía sin ella. Acostumbrarse a la nueva situación es más difícil y requiere un mayor esfuerzo. Por ejemplo, la adicción al cigarrillo; El daño que supone fumar para la salud es conocido y aceptado por todos, pero la gente sigue fumando a pesar de saberlo. Incluso la idea de dejar de fumar les produce ansiedad. Puede que sea suficiente para crear. Hablan constantemente de no tener dinero y de tener problemas para llegar a fin de mes, e invierten casi todos sus ingresos en sus adicciones porque tienen miedo al cambio. Para ellos, rendirse requiere valentía. Se quejan de la ausencia de alguien que los ayude y aquí hay algo importante que les falta: el cambio está en ellos mismos.
La vida está llena de colores, es necesario ver diferentes frecuencias. ¿Es posible lograr el cambio internalizándolo?
La respuesta a esta pregunta está en actuar. Defender siempre los mismos pensamientos, comportarse siempre de la misma manera y vestirse de la misma manera no es una virtud, es resistencia al cambio. Ahora bien, recordando que debemos nuestra supervivencia a nuestra capacidad de cambio, esperando mirar todo lo que prejuiciosamos, nuestras adicciones, todo lo que decimos que no comeremos ni beberemos, desde esta perspectiva...
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