Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los padres hoy en día es afrontar la dificultad de ser padres tal y como sueñan. Muchas cosas que se leen, se miran, se reflexionan, se discuten, en definitiva, en el marco de la teoría, antes de tener un hijo, pueden llevar a los padres a un callejón sin salida y provocar sentimientos de insuficiencia durante la fase de implementación. La crianza de los hijos no es sólo una habilidad para resolver problemas que surge en tiempos de crisis, sino un proceso multifacético que continúa las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
La paternidad consciente requiere que primero pasemos por una transformación personal. Toda persona sale de su infancia con heridas. Los aspectos no integrados de nuestra infancia no abandonan nuestro cerebro sino que reviven constantemente a menos que los integremos conscientemente. De hecho, cuando criamos a nuestros propios hijos, inconscientemente los ponemos en piloto automático, es decir, partimos de los patrones y límites que adquirimos en nuestra infancia.
No podemos pedirle a un niño pequeño que corrija su comportamiento o se controle porque es inherentemente incapaz de hacerlo. Los niños viven en un mundo que incluye "lo que es", no "lo que no es". Ninguno de los problemas que preocupan a la mente de los adultos, como cómo ven las cosas los demás, el éxito o salir adelante, están en la agenda del niño. Ser padres no se trata de intentar crear una “pequeña madre” o un “pequeño padre”, sino de criar un alma con firma propia. Sin espacio para cometer sus propios errores, los niños viven vidas prestadas. La forma de ser padre no puede plasmarse en un conjunto de instrucciones. Toma su propia forma única en cada nueva situación que surge.
Todo niño quiere una madre y un padre que puedan mantener la calma cuando la situación se pone tensa. Lo que necesitan no son padres que compartan la misma opinión sobre todo. Lo importante es que los padres puedan aceptar sus errores, disculparse y hacer esfuerzos para corregirlos, incluso si de vez en cuando surgen desacuerdos, en un ambiente de amor y respeto. La aceptación de las diferencias constituye la base de relaciones sanas. Madre, padre e hijo forman parte del sistema familiar. El sistema familiar, como todos los demás sistemas, intenta constantemente mantenerse en equilibrio dentro de sí mismo. Este equilibrio se ve alterado por los desafíos habituales que se enfrentan durante los diferentes períodos de desarrollo y acontecimientos de la vida. . En los sistemas familiares sanos, el equilibrio perturbado se restablece mediante diversos arreglos. En este sentido, los límites establecidos deberían ser lo suficientemente flexibles como para poder revisarlos cuando las cosas vayan mal. Los problemas surgen cuando no se puede restablecer este equilibrio.
Nuestros hijos son una gran oportunidad que se nos ha regalado para ser conscientes de nuestras propias heridas y superar las limitaciones que traen estas heridas. La crianza consciente implica un proceso que tiene el poder de transformar fundamentalmente tanto a padres como a hijos. En primer lugar, debemos ser conscientes de nuestros propios procesos internos, ser capaces de mirar nuestras heridas desde otras perspectivas con la conciencia actual y poner en práctica el principio de aceptación incondicional de nuestro propio pasado en primer lugar.
En resumen, para ser "el padre de nuestros sueños", primero debemos comprender nuestros propios patrones de comportamiento. Obtener apoyo de expertos cuando sea necesario a este respecto es de gran importancia a la hora de criar niños con alta resiliencia emocional. La autoaceptación y la reorganización de patrones de comportamiento cuando sea necesario también facilitará desactivar el piloto automático y conectarse con la vida. Este proceso es muy importante para una madre feliz, un padre feliz y un niño feliz.
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