La importancia de las diferencias entre los cónyuges en el matrimonio

Quizás la decisión más importante de nuestras vidas sea elegir con quién nos casaremos. Las diferencias son importantes en cualquier relación humana, pero quizás desempeñen un papel vital en el matrimonio. Si bien las diferencias razonables pueden convertirse en riqueza, algunas diferencias provocan conflictos interminables. Las diferencias que no se ven o se ignoran antes del matrimonio y que se dice que cambian después del matrimonio comienzan a perturbar la paz muy pronto después del matrimonio.

¿Cómo puede ser razonable buscar la igualdad en un futuro cónyuge cuando incluso hay hermanos nacidos? para los mismos padres y criados en la misma casa ¿son mundos diferentes entre sí?¿podemos ver? En el matrimonio buscamos la igualdad, no la igualdad, y deberíamos hacerlo. Equivalencia no significa igualdad o igualdad. Podemos decir que la equivalencia es un camino intermedio entre diferencias inaceptables y la igualdad.

¿Es posible detectar diferencias antes del matrimonio y moldear la relación en consecuencia?

Para poder notar las diferencias El requisito previo para esto es la autoconciencia. Ser consciente de uno mismo significa; Significa conocer las propias necesidades, prioridades, indispensables, las propias potencialidades y límites, así como ser consciente de la propia historia familiar -y por tanto de la estructura familiar-, de la cosmovisión, de las creencias y de los valores de la propia familia y círculo cercano.

Tenga en cuenta que el matrimonio generalmente se contrae en la juventud. Si tenemos en cuenta todos estos factores, puede facilitar nuestro trabajo evaluar las opiniones de los mayores de nuestra familia y consultar con personas en cuyos conocimientos y corazones confiamos. ¿Se esperan comportamientos?

Comportamiento es el nombre general para todo tipo de reacciones cognitivas, afectivas y físicas que mostramos al mundo exterior, y todas estas reacciones interactúan entre sí. Por lo tanto, incluso si nos educan de la misma manera, mostramos diferentes emociones y comportamientos en situaciones similares. La forma en que interiorizamos el tiempo, el espacio y los acontecimientos es diferente de la forma en que los expresamos. Incluso la misma persona puede reaccionar de manera diferente ante la misma situación en diferentes momentos y entornos.

A la hora de evaluar a un candidato a cónyuge, primero debemos hacernos preguntas; las preguntas correctas nos conducirán a pistas útiles. Mi temperamento, mi personalidad, mi lenguaje del amor. ¿Lo sé, reconozco mis sentimientos? ¿Cuáles son mis necesidades emocionales, físicas y sociales?, ¿qué espero de mi pareja y de la nueva familia a la que me uniré?, ¿hasta qué punto puedo tolerar que estas expectativas no se cumplan? Entonces, ¿qué expectativas puedo cumplir de mi esposa y su familia? ¿Las expectativas a las que no puedo responder son a las que puedo adaptarme con el tiempo, o espero que esas expectativas desaparezcan?

 

¿Qué deben hacer los cónyuges para ¿lograr una frecuencia común?

Captar una frecuencia común, convertir las diferencias en riqueza, asegurar la armonía y no consumir esta corta vida con conflictos depende del esfuerzo y cuidado que le demos a nuestra relación. Nadie compra la felicidad como un paquete junto con el registro de bodas. La diferencia entre las parejas felices y aquellas que no pueden hacer que su matrimonio funcione no es que no encuentran dificultades, sino que saben cómo superarlas y probar nuevas formas en los casos en que no pueden superarlas.

No diré que un matrimonio feliz tenga tantos secretos, cada matrimonio puede tener sus propios secretos de felicidad. Sin embargo, no debemos olvidar las reglas generales. ¿Cuáles son esas reglas? Estar dispuestos a llevarnos bien, tratar de mantener nuestro tono agradable en todas las circunstancias, no renunciar a la compasión, preservar el respeto tanto como sea posible, ver los lados fuertes y amables de nuestro cónyuge, valorarlo y demostrarlo con nuestro comportamiento, ser solución. -orientarse en tiempos de crisis, aceptar que las discusiones y los conflictos son naturales, ser exigentes, ser sensibles a las necesidades de nuestro cónyuge sin quedarnos estancados en el humor… 

El matrimonio feliz no es suerte, la felicidad se construye con esfuerzo y paciencia. La felicidad no es permanente ni fija; Es una situación de altibajos, no hay que perder la esperanza en las bajadas y el control en las subidas. Aquellos que puedan aceptar su matrimonio con todos sus altibajos recibirán paz en los buenos y en los malos tiempos.

 


 

 

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