Meditación

Hablaré un poco sobre la diferencia entre la conciencia y la meditación, cuyos nombres escuchamos a menudo juntos hoy en día.

La meditación es la experiencia directa del momento presente.

Conciencia consciente, en lugar de estar en una mente o pensamientos dispersos, significa estar presente en el momento presente. Es experimentar la vida a medida que se desarrolla.

La meditación proporciona un entorno facilitador para experimentar la conciencia. La mayoría de las veces, a medida que se desarrolla nuestra práctica, comenzamos a aplicar este enfoque a nuestra vida diaria a medida que se interiorizan las enseñanzas.

De hecho, el elemento principal que define todas nuestras experiencias es nuestra mente. La conciencia consciente no requiere que cambies nada de ti mismo; Sólo tú puedes decidir que quieres hacer algunos cambios en tu vida siendo cada vez más consciente de tu propia mente.

A menudo uso el ejemplo de la "carretera muy transitada" cuando le explico el enfoque de la atención plena a mi clientela. Si asumimos que el camino es tu mente, podemos imaginarte sentado al costado de este camino, con los ojos vendados o sin ataduras. La meditación arroja una luz brillante a tu mente, iluminando el camino para que puedas verlo mejor. Esta luz brillante es la conciencia.

Tratar de detener los sentimientos y pensamientos, ignorarlos, alentarlos e interactuar con ellos son tácticas utilizadas para escapar o interferir con la realidad de lo que está sucediendo. Es como tratar de controlar el tráfico corriendo entre los autos.

Entonces, ¿qué te parece si tomas tu lugar al costado de la carretera y simplemente observas el flujo del tráfico quedándote ahí?

Perderse en sus pensamientos y emociones, volverse uno con ellos, en cambio, cuando retrocede unos pasos, se da cuenta de que puede verlos mejor gracias a la brecha creada por la distancia cada vez mayor entre ustedes. Este es el primer paso para convertirte en un observador.

Quizás algún día te vuelva a surgir un pensamiento muy interesante, te sentirás atraído por él y lo seguirás. Tal vez un día, un auto viejo y oxidado, una sensación desagradable, y quedas tan atrapado en resistir esa sensación que lo siguiente que notas es que estás nuevamente en el tráfico.

El tráfico fluye. resistir el haz, intentar cambiarlo, intervenir... o quedarnos en nuestro asiento de observador y observar este flujo desde cierta distancia, dejando que el tráfico fluya sin intentar cambiarlo o sin detenernos en ello. La elección es siempre nuestra.

 

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