La comunicación se puede definir como el intercambio de información entre dos sistemas, independientemente de sus cualidades. El punto más importante aquí es que la transferencia de información en la comunicación es bidireccional. Si la transferencia de información es unidireccional se llama información, y si es bidireccional se llama comunicación. Por tanto, no toda conversación entre individuos puede definirse como comunicación. No se puede considerar comunicación a los padres que dan determinadas órdenes a sus hijos, a los profesores que dan determinadas órdenes a sus alumnos y no tienen en cuenta las reacciones de la otra parte, es decir, sus hijos o alumnos. Los padres o profesores suelen pensar que se están comunicando con jóvenes. Sin embargo, cuando los jóvenes hablan, en realidad no escuchan al joven y presentan muchos obstáculos en la comunicación, como advertencias, sugerencias, recordatorios y juicios. En este caso, el joven se siente no escuchado, no comprendido y no atendido y corta la comunicación
Entonces, ¿qué debemos hacer mientras escuchamos al joven?
Debemos escuchar en silencio y con este comportamiento debemos demostrar que lo aceptamos. El silencio se puede utilizar como un poderoso mensaje no verbal para hacer que la otra persona sienta que la aceptamos y la animamos a compartir más con nosotros. Si somos nosotros los que siempre hablamos, coartaremos la libertad del joven que tenemos delante para expresar sus sentimientos. La escucha pasiva de la que hablamos aquí, por supuesto, no debe utilizarse durante toda la comunicación, sino en determinados intervalos hasta que el joven pueda expresarse plenamente. La siguiente etapa es el método de escucha activa, que demuestra que aceptamos a la otra persona y nos ayuda a comprenderla. En este método no hay lugar para el juicio y el análisis. La escucha activa se utiliza para transmitir al joven que tenemos delante lo que dijo o quiso decir, con nuestras propias palabras. El truco de este método consiste en ponerse en el lugar del joven y preguntar: "¿Cómo me sentiría si fuera yo?". y reflejar los sentimientos expresados por el joven nombrándolos. Entonces: No entiendo nada la lección de física... (¿Qué siente el joven? Dificultad) Nuestra respuesta: La lección de física es difícil para ti... Nombramos el sentimiento expresado por el joven, sin juzgar, dando consejos o criticando, simplemente teniendo en cuenta sus experiencias.
¿Qué debemos hacer para ser un buen oyente?
En primer lugar, debemos escuchar físicamente a la otra persona. Debemos creer que estamos preparados para esto. ¿Quién de nosotros querría explicarle algo a una persona que mira el periódico que tiene en la mano, se lima las uñas o se apresura a preparar la cena? En primer lugar, si la persona con la que estamos hablando es un niño o preadolescente debemos agacharnos a su altura y establecer contacto visual. Cuando estamos cara a cara, recibimos mensajes tanto de las expresiones faciales como de lo que se habla. Nos permite percibir muchos mensajes no verbales como ojos nublados, enrojecimiento de la cara y ojos desviados. De esta manera, nos informamos sobre el mensaje que se pretende transmitir con lo que se dice. ¿Qué tipo de barreras comunicativas utilizamos al escuchar al joven?
Dar consejos: No hagas esto, haz aquello...
Aportando soluciones: No lo hagas así, hazlo así.
Orientación: Siéntate y estudia en lugar de enfadarte. p>
No juzgues: De todos modos, siempre tomas el camino más fácil.
Crítica: Actúas como un niño. p>
Insultos: ¡Idiota, estúpido! Haciendo preguntas: ¿Por qué, por qué? Investiga: ¿Qué te dijo? Examinar: ¿Quién de ustedes lo dijo primero?
Sé por qué hicieron eso.
Analizar: En realidad, su problema es diferente... p>
Teskin: No importa, no importa.
Para consolar: Todo mejorará, querida, no te preocupes. , ya pasará, no estés triste.
Cambiando de tema: hablemos de otras cosas. Barreras de comunicación que utilizamos inconscientemente, como: Falta de comprensión, actitud defensiva, sentirse injusto, pensar que el problema en realidad no es importante y absurdo, enfadarse, mostrar resistencia, rebelión, impotencia, enfado, etc. Hacemos que las personas experimenten emociones.
Sin embargo, el joven necesita ser escuchado y sentirse aceptado en lugar de los muchos obstáculos de comunicación que hemos enumerado anteriormente. Aunque te limites a escuchar en silencio sin ofrecer ninguna solución, tendrás éxito porque provocarás cierta descarga en el joven. Luego, con la escucha activa, sólo cuando reflejas la información que recibes de él/ella de una forma más sencilla, se transmite el mensaje "Me escuchan, me aceptan". Se lo das al joven. Mientras hablas, también le das la oportunidad de descubrir por sí solo la solución a su problema. No será difícil comunicarse con un joven que se sabe comprendido, aceptado y amado incondicionalmente, por lo que los problemas se resolverán fácilmente sin convertirse en pelea, rebelión o desesperación.
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