La insulina es una hormona secretada por el páncreas y regula el metabolismo del azúcar. Mientras realiza esta regulación, la insulina se une a una estructura llamada "receptor de insulina" y se activa. Si este receptor no permite que la insulina se una por diversas razones; Aunque la insulina se encuentra en cantidad suficiente en la sangre, no parece funcionar.
La resistencia a la insulina se puede definir como la dificultad de la insulina secretada para controlar el azúcar en el cuerpo para mostrar su efecto. Mientras que en condiciones normales el cuerpo puede controlar el azúcar con 1 unidad de insulina, en pacientes con resistencia a la insulina el cuerpo tiene que secretar 2-3 unidades de insulina. Esto significa una secreción excesiva de insulina en el cuerpo.
La resistencia a la insulina tiene una patogénesis compleja, aún no está completamente aclarada y está siendo investigada. Existe una relación muy fuerte entre la obesidad y la resistencia a la insulina. La causa más común de resistencia a la insulina es la obesidad. Cuando se produce resistencia a la insulina, es posible que no cause síntomas clínicos de inmediato. En el período subclínico, la resistencia a la insulina puede retroceder con cambios en el estilo de vida y pérdida de peso, incluida la regulación de la dieta y el ejercicio. Si no se interviene la resistencia a la insulina, puede provocar muchas enfermedades a largo plazo. El riesgo de enfermedad cardiovascular aumenta. La función endotelial está alterada. Se produce un problema de hipercoagulación. Se desarrolla diabetes mellitus tipo 2. Enfermedades comunes como el síndrome de ovario poliquístico también están asociadas con la resistencia a la insulina. La frecuencia del síndrome metabólico está aumentando. El componente más importante del síndrome metabólico es la resistencia a la insulina. El método de referencia para medir la resistencia a la insulina es el método HOMA (Evaluación del modelo de homeostasis). La fórmula HOMA se basa en el cálculo con valores de glucosa sérica en ayunas y de insulina sérica en ayunas.
Uno de los enfoques más importantes utilizados para prevenir y reducir la aparición de resistencia a la insulina y DM tipo II es la intervención en el estilo de vida. En este sentido, las recomendaciones incluidas en las guías son prevenir el aumento de peso corporal, reducir el consumo de ácidos grasos totales y saturados, aumentar el nivel de actividad física y aplicar la farmacoterapia adecuada cuando sea necesario. Si se ha vuelto irreversible y han surgido problemas clínicos, se puede administrar el tratamiento farmacológico adecuado. Además del tratamiento médico de la resistencia a la insulina. Los cambios en el estilo de vida aumentan la eficacia de los medicamentos. Los cambios en el estilo de vida, la pérdida de peso, la regulación de la dieta y el ejercicio regular contra la resistencia a la insulina evitarán en gran medida la resistencia a la insulina y sus posibles complicaciones.
RESISTENCIA A LA INSULINA Y NUTRICIÓN
Carbohidratos: Cubrir una cierta cantidad de energía diaria necesaria con alimentos que contienen carbohidratos tiene un efecto en el control de la glucosa en sangre. Según las recomendaciones en el tratamiento de la diabetes, las dietas bajas en grasas, carbohidratos y con restricción energética que incluyen cambios en el estilo de vida tienen un efecto sobre el aumento de la sensibilidad a la insulina. Estudios y evaluaciones sugieren que la ingesta diaria de carbohidratos no debe bajar de los 130 gramos, ya que la glucosa es una fuente de energía para el cerebro y el sistema nervioso central, además de ser necesaria para vitaminas y minerales hidrosolubles. Sin embargo, el tipo de carbohidrato consumido, más que la ingesta total de carbohidratos, es extremadamente importante para determinar si aumenta los niveles de glucosa en el cuerpo y afecta la señalización de la insulina.
Fructosa: Diversos estudios han informado de los efectos negativos de la fructosa sobre el metabolismo de la glucosa y la sensibilidad a la insulina. La fructosa es un monosacárido que se puede encontrar de forma natural en las frutas, pero también se incluye como componente del azúcar añadido a las bebidas endulzadas y a los alimentos procesados. Además, los estudios han demostrado que la fructosa que se encuentra en frutas y verduras no provoca un efecto creciente sobre los lípidos y la glucosa en sangre. Factores como el contenido de fibra, fitoquímicos y antioxidantes en frutas y verduras se muestran como la razón de esto.
Proteínas: Las proteínas intervienen en la síntesis de enzimas glicolíticas y hormonas como la Insulina, formación de líquidos corporales y procesos inflamatorios. Tiene papeles importantes en la resistencia a la insulina debido a su presencia en la estructura de los mediadores. Los efectos de las dietas ricas en proteínas sobre la sensibilidad a la insulina pueden dar lugar a resultados controvertidos. Las dietas ricas en proteínas tienen un efecto insulinotrópico (aumentan la insulina) y reducen el exceso de glucosa en la sangre al promover la secreción de insulina. Se ve como una estrategia que mejora la sensibilidad a la insulina provocando la eliminación del trump.
Grasas:Los ácidos grasos en la nutrición no sólo son una importante fuente de energía, sino también como señalizadores. moléculas que intervienen en diversos procesos celulares. Debido a sus efectos sobre los objetivos metabólicos y el riesgo de enfermedad cardiovascular, el tipo de grasa consumida es mucho más importante que el consumo total de grasa.
Fibra dietética: Fibra dietética; Se definen como carbohidratos complejos que el cuerpo humano no puede digerir o fermentar parcialmente como componente de los alimentos. Los datos obtenidos de estudios observacionales indican que el consumo elevado de fibra y de alimentos integrales ricos en fibra se asocia con un riesgo reducido de obesidad y diabetes. A menudo es más fácil detectar los efectos de la fibra viscosa soluble en el sistema digestivo. Al agregar este tipo de fibra a la dieta, la tasa de formación de glucosa en la sangre se ralentiza y, en consecuencia, la secreción de insulina disminuye. Estos efectos beneficiosos sobre la glucosa en sangre y las concentraciones de insulina son extremadamente importantes para las personas con resistencia a la insulina.
En general, adquirir el hábito de una alimentación sana y regular dará los mejores resultados. Llevar una dieta adecuada y equilibrada, hacer ejercicio, comer alimentos de bajo índice glucémico, aumentar la ingesta diaria de fibra y perder el exceso de peso son muy importantes para la resistencia a la insulina. Además, el consumo de agua y los factores de estrés son puntos que se deben tener en cuenta.
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