La comunicación entre padres e hijos a cualquier edad es difícil. En cada período, la manifestación por parte del niño de diferentes estilos de comportamiento al expresarse y, paralelamente, el reflejo de las dificultades en la propia vida de los padres en el niño es un proceso relacional que siempre tiene el potencial de provocar una crisis. El problema más común al que se enfrenta la gente en la vida diaria son los problemas de relación. El factor determinante en nuestras relaciones son nuestros rasgos de personalidad. Algunos de nosotros somos perfeccionistas, algunos estamos enojados, algunos somos tímidos... El problema con los niños es el reflejo de estos diferentes rasgos de personalidad en la comunicación con ellos. Por ejemplo, si la familia juzga, el niño puede volverse retraído; si la familia es opresiva, el niño puede ser travieso o fracasar para castigar a la familia; si el niño está enojado, es posible que no pueda expresarse o tener problemas de conducta.
Como en toda relación, la relación entre padres e hijos se basa en la confianza, debe haber respeto y comprensión. Si vemos a los niños como seres a los que dominaremos y no como individuos hasta que completen su desarrollo, perderemos la oportunidad de establecer una relación sana. En una relación sana, la cuestión no es "¿Cómo puedo lograr que me escuche?", sino "¿Cómo puedo entenderlo?". Debemos actuar sobre la base del '¿Cómo puedo ayudar?' Entonces, ¿cómo podemos lograrlo?
Descubrimiento de la perspectiva de la vida: El paso más grande será determinar cómo nuestro hijo ve y evalúa los acontecimientos. Si podemos descubrir desde qué perspectiva lo vio e interpretó, significa que hemos comenzado a comprenderlo. Por ejemplo: el padre dice que lea un libro. Si el niño sabe que se enfrentará a otra sanción si no lo hace, lee un cuento de grados anteriores sólo por leerlo. Cuando el padre reacciona ante esto, se vuelve injusto. Por eso debemos reevaluar los conflictos que vivimos desde una perspectiva objetiva. El primer paso para establecer una relación segura es descubrir cómo evalúa él/ella la situación. Si tenemos una idea sobre el tema, necesitamos saber cómo la valora el niño y el significado que le atribuye antes de intentar que la acepte. Si el niño intenta reflejar nuestras verdades sin saberlo, sentirá que no le comprenden y objetará. De todos modos, no puedes tener una relación con alguien que se opone.
Determinación de la necesidad real: Eb Como padres, intentamos pensar y hacer lo mejor para nuestro hijo. Sin embargo, a veces las cosas que deseamos pueden no tener mucho significado para nuestro hijo. O si muestra un comportamiento que no queremos, puede que lo esté haciendo para satisfacer una necesidad propia. De hecho, cada comportamiento que realiza el niño es para satisfacer una necesidad. Si podemos comprender el significado subyacente de este comportamiento, podremos continuar nuestra relación dentro de este marco. Un hecho que nos parece absurdo puede resultarle lógico al niño, o puede tener una razón válida para hacerlo. Comprender sus necesidades hará que sea más fácil para nosotros apoyarlo y hacer que la relación sea segura.
Comprender y aprobar sus sentimientos: si podemos comprender la emoción subyacente en el comportamiento del niño, nuestras reacciones a su comportamiento también cambiarán. Por ejemplo: si nos enojamos con un niño que llora 'no quiero ir a la escuela' cuando nos levantamos por la mañana y le decimos 'claro que sí, los niños van a la escuela', el niño sentirá que no no se entiende. No querer ir a la escuela puede significar sentirse triste por dejar de jugar o preocuparse por que se repita un problema experimentado en la escuela. La dificultad aquí es que el niño no expresa sus sentimientos directamente. Especialmente en familias autoritarias, la ansiedad de no ser aceptado impide al niño expresarse. Querer saber que comprendemos al niño en situaciones en las que su expresión indirecta no nos conviene, y cómo le hace sentir lo que le empuja a este comportamiento, allana el camino para que el niño se exprese acercándose a nosotros con confianza. p>
Hacer esfuerzo: la perspectiva del niño. Las familias que descubren su ángulo, comprenden sus necesidades y conocen sus sentimientos pueden encontrar soluciones a los problemas que experimentan con él con solo hacer un poco de esfuerzo. Hacer un esfuerzo fortalece la relación entre el niño y la familia. Dedicar tiempo al niño, apoyar su desarrollo e intereses especiales lo hará sentir valioso, aumentará su confianza en sus padres, evitará conflictos y arrojará luz sobre sus relaciones futuras.
En otras palabras , establecer una comunicación segura con el niño es mucho más importante que su desarrollo. Esta es la manera de ser un individuo feliz y pacífico, incluso si uno está físicamente sano y tiene éxito. Un niño cuyas necesidades y sentimientos son comprendidos. Es más propenso a r. Colaborando en la resolución de problemas conseguimos una relación familiar sana y segura.
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