La infancia es un período de rápido desarrollo. La nutrición es más importante a esta edad que en cualquier otra etapa de la vida. La función alimentaria está estrechamente relacionada con el desarrollo emocional y social del niño, así como con la ingesta de sustancias necesarias para el crecimiento físico. Las relaciones alimentarias y alimentarias son las primeras experiencias que crean oportunidades para que el niño pruebe nuevas relaciones sociales, inicie y mantenga una relación mutua con una segunda persona, para lograr satisfacción, disfrute y contentamiento. Es decir, la nutrición del niño, a partir de los 2 años, es un medio de comunicación entre la madre y el niño. A partir de los primeros días de vida, los padres desarrollan la conducta alimentaria del bebé adaptándose al estilo de alimentación de su bebé y utilizando también sus propias habilidades. Tanto para el proceso de adaptación inicial como para una relación alimentación-alimentación saludable, la madre debe ser respetuosa y permisiva con la autonomía y capacidades del bebé, siendo al mismo tiempo capaz de elegir un estilo de alimentación y nutrición adecuado a su nivel de desarrollo.
Trastornos alimentarios que podemos ver en niños y adolescentes; falta de voluntad para comer, negativa a comer, pérdida de apetito, alimentación insuficiente, conductas alimentarias extrañas, dificultad para comer, vómitos antes o después de comer, regurgitación (llevar la comida digerida a la boca), rumia (la comida llega a la boca y se mastica repetidamente) , anorexia nerviosa en la última infancia y cubre problemas como la bulimia nerviosa.
El trastorno alimentario en bebés y niños es un trastorno caracterizado por no aumentar de peso, perder peso durante al menos un mes y desnutrición. Los bebés y los niños suelen ser inquietos, desinteresados, retraídos y compulsivos. El retraso del crecimiento también puede ocurrir junto con la pérdida de peso. Estos problemas provocan retrasos en el desarrollo físico y mental, y en casos graves, pueden provocar la muerte.
Se observa que los niños toman a sus padres como modelo a la hora de desarrollar la conducta alimentaria. Los padres contribuyen positiva y negativamente al desarrollo de la conducta alimentaria no sólo con los alimentos que ponen frente a sus hijos, sino también con sus propios estilos de alimentación, su comportamiento durante las comidas y la actitud y actitud que adoptan mientras alimentan al niño. Por ejemplo, tener el hábito de comer en horarios inadecuados en casa, falta de orden en la mesa, comer antes de las comidas, No hay que olvidar que nuestras características como el picoteo afectarán directamente a la conducta alimentaria del niño.
Estas situaciones de madres que experimentan tensión, angustia y malestar por problemas emocionales también provocan tensión y malestar en sus bebés. La madre, que se vuelve más ansiosa y enojada al percibir la renuencia del bebé a alimentarse como un comportamiento negativo y de rechazo hacia ella misma, puede finalizar el período de alimentación antes o después de lo necesario. Esta situación puede provocar que el bebé pase hambre, se enoje, se canse, experimente angustia y reaccione poniendo aún más nerviosa a la madre.
Cuando las familias no conocen los requerimientos nutricionales de sus hijos adecuados a su edad , los problemas nutricionales pueden convertirse en un círculo vicioso. Por lo tanto, para prevenir problemas alimentarios, primero se debe informar a las familias sobre qué pueden comer sus hijos, cuánto tiempo tardan en tener hambre, cómo pueden comprender bien a sus hijos y la importancia de la relación alimentaria entre ellos. /p>
Además, algunos pensamientos de los padres pueden afectar la nutrición de sus hijos. Los niños que están sobrealimentados con pensamientos como "Un bebé engordará, pero cuando crezca de todos modos adelgazará", "Nunca comerá a menos que yo se lo recuerde", se convierten en individuos cuyos deseos reales no se satisfacen adecuadamente y, desafortunadamente, son candidatos a volverse obesos en el futuro.
Desafortunadamente, algunos niños sufren de desnutrición. Los acontecimientos estresantes de la vida, como problemas familiares, problemas entre padres, fracaso escolar y problemas en las amistades, también son factores que pueden llevar a a la obesidad. Además, podemos decir que tradicionalmente en las familias numerosas, no solo la madre, sino también las abuelas, abuelos, tías y tías participan en la nutrición del niño, lo que puede afectar significativamente la dieta del niño. Sin embargo, un niño que desarrolla una buena relación con un único cuidador no tendrá problemas con la alimentación. Es como tener muchos cocineros en una cocina...
Pase lo que pase, no debemos involucrar a los niños en nuestros propios problemas emocionales. Actitudes erróneas como enojarse con alguien de la familia y hacer que el niño coma por despecho, hacer que el niño coma por despecho, compararlo constantemente con los demás, van más allá del propósito de la nutrición y hacen que el niño no sólo comprenda el importancia de la nutrición, pero también hacen que el niño actúe con sus propias emociones y desarrolle un comportamiento nutricional negativo.
Siempre debemos dar la importancia necesaria a la nutrición de los niños, que siempre son únicos para nosotros y por quienes tratamos de hacer todo, de manera consistente y uniforme, y cuidar de garantizar la formación de comportamiento nutricional. Por último, debemos aconsejar a nuestros hijos que no compren patatas fritas, patatas fritas, caramelos de colores, bebidas carbonatadas ni bebidas estimulantes.
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