Nuestro yo
Tenemos un yo que nos permite vivir nuestras vidas, regula nuestras relaciones humanas y de alguna manera determina cómo nos comportaremos en cada situación que encontremos. Este yo emerge en los primeros 3 años de nuestras vidas y se desarrolla en otros períodos de nuestras vidas. Se vuelve claro especialmente durante la adolescencia. Se han hecho muchas definiciones sobre el yo, pero si lo ponemos en un contexto comprensible y holístico, el yo es un término que define quiénes somos como persona completa, que contiene procesos conscientes e inconscientes. Nos consideramos pobres, indefensos, inútiles, perfectos, únicos, cobardes, valientes, exitosos, fracasados, etc. Tenemos cientos de imágenes de nosotros mismos.
Podemos dividir nuestro yo en dos: el yo real y el yo falso. El falso yo contiene el deseo de ser amado, admirado, aprobado, de mantener la distancia en las relaciones, etc. Tiene algunas defensas. Usamos estas defensas para deshacernos de los problemas y protegernos de las malas emociones alejándonos de la realidad a costa de adormecernos. Su formación se produce en consonancia con las expectativas de la persona que nos cuida en los primeros tres años de edad, y a lo largo de nuestra vida vivimos todas estas relaciones como si estuviéramos con el primer cuidador. Esto a menudo se convierte en un ciclo inconsciente y poco saludable. Por ejemplo, un bebé que aprende a recibir amor condicional actúa pensando que sólo será amado como resultado de las acciones que realice a lo largo de su vida. Por poner otro ejemplo, un niño que da su opinión y no conoce sus límites en los primeros tres años de vida esperará que todo sea como él piensa en su vida adulta. El mundo literalmente gira en torno a él. Estos comportamientos no son el resultado del pensamiento consciente, sino de defensas poco saludables que sirven al falso yo.
El término yo real es un yo interno natural, original, no enfocado externamente y que no contiene un yo falso. Para comprender mejor el verdadero yo, es posible hablar de algunas de sus capacidades. Estas son las capacidades de las personas que tienen un yo real:
Las emociones de un individuo que ha desarrollado un yo real sano y no continúa su vida con las defensas de su yo falso son espontáneas, vivaz, natural y sincera. Siente tus emociones vívidamente seder.
Percibirse a uno mismo como el yo completo es otra capacidad propia. No deben sentirse débiles, inadecuados, inútiles e indefensos, ni deben tener una autopercepción demasiado inflada.
Es la capacidad de la persona para activarse. La autoactivación significa que una persona puede lograr la individuación y respaldar sus acciones. La base de sus acciones no depende de factores externos. Actúa por sí mismo, escuchando la voz de sus experiencias internas. No vive su vida con un sistema centrado en lo externo, esperando la aprobación de los demás. Se defiende de los ataques del exterior.
Acepta su autoactivación y tiene confianza en sí mismo. Acepta que afrontas las situaciones ambientales de forma positiva y armoniosa y revela confianza en ti mismo.
Puede calmar emociones dolorosas. Hace planes de forma independiente calmando las emociones dolorosas y continúa su vida minimizando las emociones negativas que experimenta.
Puede continuar con su yo como una continuación de las experiencias de la persona. En otra experiencia, acepta que puede adaptarse a esta situación.
Es estable. Se dedica a un objeto o relación e insiste en lograr la meta a pesar de todos los obstáculos.
Tiene función de creatividad. Gracias a esta característica, transforma patrones antiguos y familiares en otros diferentes.
Abandono, extinción, fin, etc. en una relación. Se entrega a la relación sin preocupaciones y se expresa plenamente.
En resumen, una persona con un verdadero yo es una persona madura, con fuertes potenciales, que ha aceptado su identidad sexual, actúa con naturalidad y tiene la capacidad para adaptarse.
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