Es muy importante que transmitamos correctamente las normas y peticiones a los niños. Porque nos toman como modelo y nos tratan como nos comportamos. Aquí primero debemos entender al niño, dependiendo de su edad. Cuando el niño empieza a caminar y a hablar, es decir, cuando empieza a convertirse en un individuo, los padres pueden pensar que la comunicación entre ellos se rompe. Aquí el niño necesita un padre que pueda comprender sus deseos, introducirle reglas y escucharlo.
Qué no hacer en la comunicación: Podemos decir: enfadarse, impacientarse, dar consejos durante mucho tiempo, incumplir promesas, ser incoherente con las normas, exagerar las críticas, hacer acusaciones, silenciar al niño… Tales errores harán que el niño se sienta decepcionado, pierda la confianza en sí mismo y dañe la comunicación. Es necesario hablar a los niños con claridad y con frases breves pero descriptivas. Es útil advertir y ser descriptivo sobre conductas que no se deben realizar. De hecho, lo importante es demostrar que se acepta al niño por lo que es, no por lo que hace o deja de hacer. Otra forma de establecer una buena comunicación con el niño es jugar con él. El niño se expresa a través del juego y revela su mundo interior. Un niño que es apreciado por sus padres por su comportamiento positivo se sentirá feliz y aceptado.
Hablar a través del lenguaje de las emociones también es una forma válida de comunicación. Si le muestras tus sentimientos a tu hijo en una situación, él intentará comprenderlo y utilizar este método para expresarse. Se anima a hablar a los niños a quienes se les habla y muestran interés. Porque sus padres son modelos para ellos. Pueden resolver problemas comunicándose. También son muy necesarias la empatía y la escucha, que son los elementos más importantes de la comunicación. La empatía es una asociación emocional que se establece con el niño. Escuchar es poder recibir mensajes verbales y no verbales.
Un niño que comprende que sus padres lo escuchan se siente amado y aceptado. Se sienten aliviados cuando se les comprende. Provoca que la persona que escucha se sienta cercana a él. De esta forma se garantiza la continuidad de la comunicación. Los niños que no descansan durante mucho tiempo pueden volverse retraídos y tener comportamientos agresivos y autodestructivos. Pueden creerlo. Los mensajes que utilizan estados de ánimo imperativos (haz, haz, cállate, etc.) también dificultan la comunicación. En lugar de mensajes tan acusatorios y amenazadores, es válido el enfoque en el que los padres están con el niño empatizando. A la hora de pasar tiempo con el niño, es importante prestarle toda nuestra atención. Hablar con contacto visual es un ejemplo de esto.
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