La riqueza de nuestras diferencias

Todos experimentamos un desarrollo desde el momento en que entramos en el útero de nuestra madre. Cuando llegamos al final del tiempo que pasamos en el útero de nuestra madre, con nuestros miembros y órganos desarrollándose día a día, todos nacemos adornados con diferentes colores. En diferentes geografías, con diferentes colores, con diferentes idiomas; Nuestras creencias en la vida, nuestra religión, incluso nuestra perspectiva del mundo son diferentes...

En la posibilidad de que todo sea tan diferente, lo más importante que nos hace uno es nuestra humanidad. Las virtudes que encarnamos en nuestra humanidad, como el respeto, el amor, la comprensión, la tolerancia, etc., son en realidad aspectos de nosotros que nos permiten aceptar nuestras diferencias y enriquecernos con nuestras diferencias mientras vivimos juntos.

Si bien cada punto que nos hace quienes somos es valioso para nosotros, cada punto que hace que la otra persona sea quien somos, también es valioso para ella. Vivir sin olvidar que eres importante no es una de las formas más sencillas de lograr buenos días. . De hecho, si bien alzamos la voz cuando se tocan cosas que valoramos, debemos pensar que también debemos alzar la voz cuando alguien más toca cosas que valoramos, o que imprudentemente debemos no tocarlas. En el momento en que pensamos en esto, en realidad nos volvemos humanos, y en el momento en que pensamos en esto, en realidad nos convertimos en un todo...

Algunos de nosotros juzgamos, criticamos, enfatizamos y separamos lo diferencias, acercarnos a los que son como nosotros y alejar a los que no son como nosotros. Entonces, ¿cuándo aprendemos a distinguir las diferencias, cuando salimos del vientre materno de la misma manera, sin conocer ninguna de ellas? ¿Cuándo olvidamos que lo que nos hace quienes somos es que somos humanos, que las diferencias no son más que un detalle y que podemos ser un todo con amor, respeto y comprensión sin importar el color, el idioma, la religión o la geografía? ¿Qué son?

De hecho, desde niños nos interesan las diferencias. Todos prestamos atención. Quizás tocamos, preguntamos, amamos, pero no juzgamos. En realidad, aprendemos a juzgar viendo. Un niño hace lo que ve en su familia. Y cuanto más abierto sea un padre a las diferencias, más abierto será su hijo.

El acercamiento de un niño a un individuo diferente está inspirado en sus padres. Todos tocamos la vida con esa inspiración. Reunirnos con personas de diferente color de piel y hacer que el mundo sea colorido es lo mismo que pintar sólo con nuestro propio color y privar de otros colores. ; Ampliar nuestra perspectiva del mundo con personas que tienen pensamientos diferentes, o mirar la vida solo con nuestros propios pensamientos y permanecer dentro de los límites de nuestros pensamientos, está en nuestro poder, y la base de todas estas elecciones son las huellas de las preferencias de nuestros padres. Y un día, nuestras huellas se verán en las elecciones de nuestros hijos.

Es importante avanzar sabiendo que nuestras diferencias no nos separan, al contrario, nos enriquecen, y sin olvidar que Nuestro enfoque hacia la diferencia nos afecta no sólo a nosotros, sino también a la persona a la que nos acercamos, su entorno y, más importante, nuestro entorno. .

 

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