Recompensa: Se otorga por realizar una conducta; Es una oportunidad material placentera (como un regalo, un chocolate, una hamburguesa, un juguete) o un derecho concedido a un niño (como llevarlo al cine, permitirle jugar en una tableta).
Por lo general, al niño se le promete de antemano que realizará el comportamiento deseado y esperado. El niño se comporta y merece la recompensa. Sin embargo, con el tiempo, la recompensa crea adicción en el niño. El niño sólo realiza la conducta deseada para obtener la recompensa, no porque realmente crea que debe hacer esa conducta:
-Si estudio mi lección hoy, me comprarás el juguete que quiero, ¿verdad?
El niño que está acostumbrado a recibir recompensas constantemente es materialista. Sucede que espera una respuesta por cada acción que realiza:
-Si no No pelees con Aslı hoy, ¿qué me regalarás?
Con el tiempo, la recompensa aumentará su atractivo. Y como ha perdido su efecto, los padres tienen que cambiarla. y encuentra una recompensa más efectiva:
-Solía comprar una oblea cuando él hacía su lección. Ahora la oblea ya no sirve.
*En la educación infantil, el reconocimiento y el estímulo son más importantes que las recompensas. Porque con el tiempo el efecto de la recompensa desaparece, pero el niño repite esa conducta para escuchar el agradecimiento de su madre. Por lo tanto, la recompensa debe usarse al principio y con moderación, y debe ser reemplazada por aprecio, emociones positivas y estímulo a medida que el comportamiento continúa.
Puntos a considerar en agradecimiento y alabanza;
Hay un punto muy importante al que debemos prestar atención cuando utilizamos palabras de elogio y agradecimiento para demostrar que apreciamos el comportamiento aceptable del niño; El elogio y el aprecio están relacionados con los esfuerzos y habilidades del niño, es decir, con su comportamiento o resultados, más que con su personalidad.
Digamos; Hakan (8 años) arregló su habitación después de jugar;
En lugar de "Bien hecho, Hakan, eres un niño muy ordenado y limpio"; Podemos decir: “Tu habitación estaba muy desordenada, te felicito por lo rápido que ordenaste tu habitación”.
Por ejemplo, cualidades y adjetivos como "Eres un niño muy bueno" limitan la libertad de movimiento del niño porque lo enmarcan con la percepción de que "se porta bien". " y referirse a él/ella. Ante el temor de que el adjetivo o cualidad dada resulte infundada, el niño tiende a hacer constantemente el papel bueno o a hacer en secreto las travesuras que quiere hacer, lo que genera en el niño sentimientos de malestar y ansiedad.
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