-Un buen terapeuta es como las señales en el camino. No interfiere con la carretera, dirección o pasajero; Señala la dirección elegida por el viajero, ¡no da consejos! Puedes asignar tareas y encargos acordes con el propósito terapéutico, previo acuerdo…
A todos nos encanta ayudar, simplemente nos encanta el placer de ayudar; La verdadera ayuda puede comenzar cuando empiezas a pensar si eso que llamamos ayuda podría dañar a alguien más.
-No basta con notar la oruga atrapada en su capullo; Significa entrar en un capullo como una oruga y emerger como dos mariposas separadas. Dije empatía cuando pensaba en ello mientras definía empatía. Esto fue algo que hice consciente de que existe una distinción muy importante entre decir y hacer, porque es muy importante para el psicólogo darse cuenta de su propio capullo. Este proceso comienza con nuestra vida educativa y continúa con la formación terapéutica. Es por eso que constantemente recibimos capacitación y experiencia en la cátedra de consultoría.
-La experiencia se puede medir mediante el enfoque y la sensibilidad de la autoconciencia. Es necesario estar preparado para esta sensibilidad, porque afrontarla y mirarse al espejo es un proceso traumático. A veces el punto al que hemos llegado puede parecer difícil, quizás sea necesario descansar o detenerse, porque notar sólo es posible cuando algo cambia en la vida. Es imposible hablar de notar cuando nada cambia. Es importante realizar un seguimiento del cambio. Cuando no hay cambios, hay un callejón sin salida. El hecho de que hablar sea bueno o que los medicamentos alivien las molestias físicas no es suficiente a largo plazo. Por esta razón, un proceso de tratamiento que no va acompañado de terapia no es un proceso de tratamiento completo.
Así como una persona llega a conocer a otra en un viaje, una persona llega a conocerse a sí misma durante el proceso de terapia. ; de hecho, el terapeuta se encuentra consigo mismo una y otra vez, por lo que la terapia es un proceso mutuo. En primer lugar, requiere confianza. La autorrevelación es posible en un entorno seguro. Esto es válido tanto para el terapeuta como para el cliente.
El psicoterapeuta escucha, sin embargo; Porque el terapeuta no es sólo alguien que escucha; A veces el cliente no quiere hablar o tiene demasiada agenda de qué hablar. Lo que hay que resolver se suele resolver en silencio, quizá a veces con una melodía, a veces con una foto familiar, mientras se habla del mar, del bosque, o hablando en un espacio vacío...
Así como cada persona es única, el proceso de terapia también es único para el cliente. Si el psicoterapeuta; Él es quien puede reconocer esta unicidad y ser sensible a esta unicidad.
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