El poder de levantarse y seguir adelante: resiliencia psicológica

Como psiquiatra de niños y adolescentes, quería dedicar mi primer artículo a la "resiliencia psicológica", no a las enfermedades psiquiátricas en los niños. Desafortunadamente, no tenemos la oportunidad de eliminar por completo las dificultades, decepciones y angustias de la vida, ni para nosotros ni para nuestros hijos. Si bien traumas relativamente raros como guerras, migraciones, crisis económicas y desastres naturales, que llamamos traumas mayores, se han vuelto rutinarios en nuestro país, cada niño seguramente encontrará pequeños traumas que son inevitables en la vida diaria, como estrés por exámenes, problemas con amigos y conflictos familiares.

Dado que no hay forma de escapar de los acontecimientos difíciles de la vida, lo que hay que hacer es enseñar a nuestros hijos a afrontar las dificultades. De hecho, la mayoría de nosotros tenemos esta capacidad de afrontamiento desde que nacemos. A esta capacidad la llamamos “resiliencia”, es decir, resistencia psicológica, fortaleza psicológica o flexibilidad psicológica. Entre estos nombres, el que más me gusta es el de "flexibilidad psicológica", porque cuanto más flexible es una sustancia, más duradera es. Por ejemplo, comparemos un árbol de bambú y un roble; A primera vista se podría pensar que el árbol de bambú, con su apariencia alargada, delgada y delicada, es mucho más débil comparado con el majestuoso, duro y fuerte tronco del roble, pero con fuertes vientos, mientras ese majestuoso roble se parte por la mitad. y cae, el largo y delgado árbol de bambú se flexiona y dobla con el viento y después de que pasa el viento, se levanta y vuelve a su estado. La gente también es así. Cuanto más rígida sea tu personalidad y tu sistema de pensamiento, más débil serás. Lo que hace que una persona sea psicológicamente resiliente es la capacidad de adaptarse a situaciones desafiantes inesperadas a través de la flexibilidad mental y espiritual.

Pero ¿cómo se puede obtener esta flexibilidad espiritual? Sí, algunas personas tienen suerte desde que nacen y nacen predispuestas a este rasgo. Sin embargo, no pierdas la esperanza, porque aunque tu flexibilidad espiritual sea débil, es posible aumentarla. Las investigaciones muestran que tener una expresión facial positiva (tener una cara sonriente) aumenta la resiliencia mental. En otras palabras, sonreír no sólo es bueno para la otra parte sino también para nuestra propia salud mental. Además, tiene buen sentido del humor y es gracioso. Se sabe que la gente disfruta más de la vida. Se ha demostrado que las personas que asumen responsabilidades y tienen un propósito en la vida son más resilientes mentalmente. Junto con todas estas características individuales, quizás la característica más importante que aumenta la resiliencia espiritual es la capacidad de una persona para amar y satisfacer la necesidad de ser amada. Los niños que crecen en un ambiente familiar cálido y cuyos padres los aceptan con todas sus características positivas y negativas podrán aceptarse tal como son, con sus fortalezas y debilidades, y mostrar amor y compasión tanto hacia ellos mismos como hacia los demás en las siguientes situaciones: años.

No es posible ni correcto mantener a nuestros hijos alejados de todos los problemas y protegerlos de todos los problemas. Dado que la vida seguramente les presentará acontecimientos desagradables, grandes y pequeños, algún día, debemos prepararlos para estas dificultades que la vida les traerá a una edad temprana. La condición más básica de esta preparación es ofrecer amor "incondicional" al niño. No basta con satisfacer únicamente las necesidades materiales y físicas de los niños. Sentir compasión y amor infinitos por ellos y, lo que es más importante, mostrarles este amor y compasión en cada oportunidad contribuirá a que sean niños más felices y más resilientes.

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