La muerte es un concepto difícil de entender para personas de todas las edades. Crea una gran desesperación y despierta emociones intensas en quienes se quedan atrás. Una persona desarrolla reacciones de duelo cuando pierde a un ser querido o es testigo de la muerte de un familiar.
Según Kübler-Ross, las reacciones que desarrolla un individuo cuando experimenta una pérdida por muerte se dividen en dos: 'reacciones saludables' y 'reacciones no saludables'. Las respuestas saludables incluyen la negación y el aislamiento, la ira y el resentimiento intensos, la negociación, la depresión, la aceptación y la esperanza. Estas reacciones de duelo pueden no seguir un orden determinado y cada individuo puede experimentarlas en diferentes momentos (Yıldız, 2004).
Así como las reacciones de duelo de los adultos difieren entre sí, la forma en que los niños experimentan el duelo es diferente a la de los adultos (Kıvılcım y Gümüş Doğan, 2014).
La pérdida de un ser querido o de un padre es uno de los acontecimientos más devastadores de la vida, especialmente para los niños y adolescentes (Bowlby, 2008). Para los niños, los padres son un refugio seguro y un modelo a seguir del que pueden aprender sobre la vida. Cuando el niño pierde a su padre, quien cree que lo protegerá, cuidará y apoyará siempre, esto provoca que el equilibrio de su vida se altere.
Cómo reaccionarán los niños ante la muerte; La edad del niño, los rasgos de personalidad y el nivel de relación con el familiar fallecido son eficaces. Al principio niegan la muerte ocurrida, y luego experimentan enojo y objetan la situación debido a la confusión de emociones provocada por la pérdida. Comienzan a mostrar culpa, agresión y diversos problemas de adaptación y de comportamiento (Yavuzer, 2003). Las reacciones de duelo en los niños se observan en áreas físicas y conductuales más que en expresiones verbales (Kıvılcım y Gümüş Doğan, 2014).
En general, las primeras reacciones de duelo son conmoción e incredulidad, miedo y objeción, entumecimiento y continuar con la vida diaria. Esta secuencia sigue un camino compatible con las etapas de desarrollo de los niños. Hay que tener en cuenta que las reacciones de duelo varían significativamente en intensidad y duración en cada niño y no siguen un camino fijo. Sus reacciones de duelo son fluctuantes, pueden exhibir un comportamiento más tranquilo después de una rabieta (Waldinger, Vaillant, Orav, 2007; citado por Kıvılcım y G� (Muş Doğan, 2014).
Entonces, ¿a qué deben prestar atención los padres cuando explican la muerte de un progenitor o de un familiar a sus hijos?
1. En primer lugar, se le debe decir al niño sin demora la verdad sobre la muerte. Una explicación que tenga en cuenta el período de desarrollo del niño le ayudará a entender las reacciones de duelo mostradas por sus familiares.
2. Al explicar la verdad, se debe utilizar la palabra "muerte" y se debe explicar correctamente la causa de la muerte. Términos como 'Se fue', 'Se fue de viaje', 'Está dormido', que generalmente se usan para proteger al niño, causarán que el niño se confunda y espere que el difunto regrese algún día. Utilizando conceptos más concretos: "Él ya no estará con nosotros, no podremos tocarlo". Se puede dar una explicación de la siguiente manera: 'Él nunca podrá volver a nosotros, pero podemos seguir amándolo'.
3. El adulto no debe dudar en experimentar el dolor de la pérdida en presencia del niño y debe compartir sus sentimientos con él tanto como sea posible. De esta forma, el niño puede reaccionar más fácilmente ante la muerte.
4. Al comunicar la causa de la muerte al niño, se debe tener cuidado de no hacer ninguna asociación con la edad o la enfermedad. Explicaciones como "Murió porque era demasiado viejo", "Murió porque estaba enfermo, ya no está entre nosotros" pueden despertar en el niño pensamientos de que perderá a su padre/pariente sobreviviente cuando envejezca, o que todo el que esté enfermo morirá.
5. Cuando el niño esté listo para hablar sobre la muerte, los adultos deben ser sensibles al deseo de comunicación del niño. Se deben dar respuestas simples y consistentes a las preguntas formuladas. Es importante que las respuestas sean adecuadas a la edad del niño. Por ejemplo, un niño que pregunta qué es la muerte puede explicarse como una situación en la que las cosas que se hicieron en vida ya no se pueden hacer más.
6. Los padres no deben obligar al niño a hablar sobre la muerte. Como acabamos de mencionar, existen transiciones en las reacciones de duelo de los niños. Por supuesto, es importante que el niño revele sus emociones, pero estas experiencias no deben ser forzadas, se le debe dar al niño la oportunidad de experimentar sus emociones como desee. lo toma.
7. No se debe mantener al niño alejado del ambiente de duelo y de los rituales que ocurren después de la pérdida. Esto puede provocar sentimientos de culpa y un comportamiento propenso a la depresión en años posteriores.
8. El padre sobreviviente o sus seres queridos deben comunicarse abiertamente con el niño y brindarle apoyo social. El niño debe hablar sobre el difunto, visitar su tumba y mirar sus fotografías.
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