Trastorno de pánico: afrontar la agorafobia

Ansiedad; Se puede definir como un estado de miedo intenso acompañado de angustia, inquietud, preocupación de que suceda algo malo y síntomas físicos. La ansiedad no siempre es algo malo. Es normal sentirse ansioso, nervioso y asustado ante una situación de presión o estrés. La ansiedad es la respuesta natural de nuestro cuerpo al peligro. La ansiedad saludable nos facilita centrar la atención y mantenernos alerta, nos moviliza y nos motiva para solucionar nuestros problemas. Sin embargo, si la ansiedad ha comenzado a afectar su vida y sus relaciones, esto indica que ha cruzado la línea de ansiedad normal y ha entrado en los límites de un trastorno de ansiedad. Casi todo el mundo siente ansiedad todo el tiempo. Sin embargo, el ataque de pánico es lo suficientemente grave como para hacer que la persona sienta como si estuviera sufriendo un ataque cardíaco, volviéndose loca o perdiendo el control de sí misma. Durante un ataque de pánico, puede experimentar síntomas físicos como dificultad para respirar, escalofríos, zumbidos en los oídos, sensación de posible desastre, temblores, sensación de asfixia, dolor en el pecho, sudoración y palpitaciones del corazón. Una persona que experimenta ataques de pánico recurrentes e inesperados teme tener más ataques, se preocupa por su significado, hace cambios en su comportamiento y, como resultado, ahora tiene un trastorno de pánico.

  Muchas personas con trastorno de pánico también Experimentar “agorafobia”. La agorafobia es el miedo a estar en un lugar o ambiente donde puede ocurrir un ataque de pánico o donde escapar puede resultar difícil. Por ejemplo, las personas con agorafobia evitan estar solas, ir a centros comerciales, viajar en tren o avión, cruzar la calle por un puente, estar en un lugar alto, pasar por túneles, caminar en zonas abiertas y tomar ascensores.

  Algunos pacientes con agorafobia evitan la exposición a la luz solar. Si bien algunos pueden experimentar ansiedad, otros se vuelven ansiosos cuando hay poca luz. La temperatura es un factor importante en el trastorno de pánico. En primer lugar, hay un aumento espectacular de los trastornos de pánico y la agorafobia en los meses de verano, ya que el calor aumenta la frecuencia cardíaca, los mareos y la deshidratación y permite salir más al aire libre. El individuo tiene miedo de sufrir un ataque de pánico en estas situaciones.

   Inicialmente, el ataque de pánico se produce al salir de casa, al casarse. Se desencadena por una situación estresante como problemas matrimoniales/de pareja, cirugía, nuevas responsabilidades o enfermedad física. Si las sensaciones físicas (palpitaciones del corazón, incapacidad para respirar, sudoración, mareos, etc.) se catastrofizan y se interpretan como un peligro, comienza el trastorno de pánico. Una persona puede centrarse en el aumento de la frecuencia cardíaca e inferir que está a punto de sufrir un ataque cardíaco. Como resultado, una persona puede desarrollar hipervigilancia, lo que resulta en una mayor excitación (aumento de las sensaciones físicas y la ansiedad). Hipervigilancia: se refiere a una concentración excesiva en las sensaciones físicas. Este despertar desencadena aún más interpretaciones catastróficas, que llamamos "falsas alarmas" porque señalan que hay peligro cuando no lo hay. (Por ejemplo, si un perro enorme se le acerca rápidamente mostrando los dientes, tendrá miedo, su corazón late más rápido, sudará, su cuerpo se calentará repentinamente. Sin embargo, en un ataque de pánico, experimentará estos síntomas incluso cuando el El perro no viene hacia usted.) Un ataque de pánico total puede ocurrir debido a tal excitación y malas interpretaciones. Por este motivo, la persona desarrolla ansiedad anticipatoria. Ansiedad anticipatoria: Es el miedo a pensar que tendrá un ataque de pánico y esperar a que ocurra esta convulsión/que los ataques de pánico continúen. Si escapar de tales situaciones es difícil o embarazoso y no hay ayuda inmediata disponible, el niño comienza a evitarlas. De hecho, cuando la evitación y el escape se convierten en los principales mecanismos de afrontamiento para controlar la ansiedad, se desarrolla la agorafobia. (Leahy-Holland,2009)  

   El tratamiento más eficaz para el trastorno de pánico y la agorafobia es la terapia cognitivo-conductual. El tratamiento cognitivo conductual del trastorno de pánico se organiza en torno a varios objetivos. El primero es ayudar a comprender las características de la ansiedad, el pánico y la agorafobia, el segundo es determinar el grado de situaciones que evitas o temes, el tercero es evaluar las características de los síntomas importantes, su gravedad, frecuencia y situaciones que provocan pánico. ataque, el cuarto es determinar si hay otros problemas que acompañan al ataque de pánico (por ejemplo, depresión, otras preocupaciones, comer en exceso, soledad o problemas maritales/de pareja)

  La terapia puede incluir algunos o todos los siguientes tratamientos.

Psicoeducación sobre los principios generales de la Terapia Cognitiva (Reflexiones Comprender cómo el pánico causa sentimientos como el miedo: aprender cómo los pensamientos y creencias pueden ayudar a una persona a sentirse mejor)

Entrenamiento de habilidades para reconocer y reducir los síntomas de pánico cuando ocurren

Tratar otros problemas encontrados (como la depresión)

Exposición gradual a situaciones que provocan ataques de pánico

Entrenamiento de relajación muscular: entrenamiento de relajación respiratoria y entrenamiento de respiración

Entrenamiento de autoexpresión (necesita cuando se escucha)

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