Actuar significa implementar algo que ha sido pensado y diseñado en términos de significado. Pensar y tener sentido es lo primero. La acción viene después. El proceso de comprender y dar sentido es en realidad una acción espiritual y mental. Tomar medidas o no actuar es una de las quejas que escuchamos de la mayoría de las personas. El campo de la salud mental nos permitió mirar la acción desde otra dimensión. Se ha descubierto que "tomar medidas" ante cualquier factor externo que haga sentir incómoda a una persona es un factor que reduce el riesgo de que la situación se convierta en un trauma y el consiguiente riesgo de sufrir un trastorno de estrés postraumático grave. Si pensar, comprender y darle sentido a cada experiencia estresante que experimentamos en la vida diaria nos protege, ¿por qué estamos expuestos al trauma?
Pensar puede ser la acción más frecuente que realizamos en nuestra vida diaria, pero no cada pensamiento es un proceso de dar sentido. Dar sentido requiere un proceso espiritual.
¿Dónde me tocó esta cosa-acontecimiento-discurso? ¿A qué me recordó? ¿Dónde siento este proceso físicamente? ¿Mi cuerpo reaccionó? ¿Se enfermó? ¿En qué tipo de situación me encontré durante este proceso? Estas preguntas son las que nos protegen de enfermarnos o sufrir un trauma. Pero no estamos culturalmente abiertos a hablar de cuestiones emocionales. ¿Por qué estamos tan lejos de formar frases que empiecen con “Me siento así”?
Las frases que empiezan con Yo también nos hacen individuos. Nos permite estar arraigados en nuestro ámbito y recordarnos que somos individuos. Pero ser individualista es peligroso en nuestra cultura. La individualidad de los niños, los adolescentes y las mujeres en particular se percibe como un peligro que hará estallar las dinámicas sociales. Los hombres, en cambio, son individuos a los que se les prohíbe hablar de temas emocionales desde el momento en que nacen. Esperamos que tomen medidas directas sin que se les dé espacio para sentir. Pero actuar sin sentir revela un comportamiento poco saludable.
Después del proceso de comprensión y de dar sentido, llega la transición a una acción saludable. Esta transición a la acción se divide en tres tipos en respuesta a la situación-evento-persona estresante; “luchar”, “huir”, “congelar”. Es posible que haya oído hablar de la respuesta de lucha y huida. “Congelar” es un término nuevo en nuestra literatura. La congelación es una acción muy común entre los senos. De hecho, también se puede describir como "hacerse el muerto". Mama En caso de amenaza, nuestros familiares a veces fingen estar muertos para sobrevivir. Nosotros, la especie humana, experimentamos lo que llamamos "shock". Al igual que nuestros parientes mamíferos, nos permite sobrevivir fingiendo estar muertos frente a los factores estresantes.
Si entendemos el peligro, le damos sentido y reaccionamos, nos protegerá de enfermarnos.
En realidad, es algo muy mágico que las acciones de luchar, huir o la congelación nos protegen. ¿Por qué no podemos dar reacciones aparentemente tan simples?
Las investigaciones han descubierto que las personas que apoyan a los equipos, especialmente en desastres importantes como los naturales, tienen menos probabilidades de sufrir trastorno de estrés postraumático más adelante que aquellos que no toman medidas. Sabemos que los niños que están expuestos a intervención médica a una edad temprana y a quienes se les permite correr, gritar, llorar y golpear experimentan menos enfermedades físicas en su vida adulta. Llorar, gritar, golpear y arrojar protegen a los niños del trauma.
Ahora es el momento de convertirse en un individuo, comprender y actuar. Si bien nuestro mundo está tan cansado, parece que no nos queda mucho tiempo para enfermarnos.
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