La adicción es un proceso que comienza cuando una persona pierde el control sobre una sustancia o comportamiento que usa, ese uso o comportamiento aumenta gradualmente y no puede detenerse aunque él mismo quiera detenerlo. Ahora se sabe que no sólo los cigarrillos, el alcohol y las drogas, sino también algunos patrones de comportamiento causan adicción. Por ejemplo, las adicciones conductuales ocurren con la continuación incontrolada de conductas que estimulan el mecanismo de recompensa del cerebro, como el juego, el uso de Internet, los juegos, las compras y las relaciones sexuales.
Las investigaciones demuestran que; Los años de mayor riesgo para que se produzca la adicción son los años de la adolescencia. Debido a que la estructura cerebral no está completamente desarrollada, las habilidades de razonamiento en la adolescencia son más débiles que las de los adultos y la capacidad de predecir las consecuencias a largo plazo del comportamiento no está desarrollada. Además, debido a la rebelión que trae el período de la adolescencia, la reacción hacia la familia, el comportamiento de búsqueda de excitación y el deseo de correr riesgos, el alcohol, el cigarrillo, el consumo de sustancias, el juego, etc. es más probable que adopte una conducta
A continuación, hablemos de algunos puntos a los que los padres de adolescentes deben prestar atención para prevenir la adicción.
En primer lugar, la comunicación con el niño es muy importante en la familia. Si hay comunicación abierta entre padre e hijo; si el niño puede compartir sus problemas, miedos y curiosidades con sus padres; Esa familia tiene suerte. En este caso, es más probable que el niño comparta con su familia una situación peligrosa que encuentre afuera o algo que haya probado simplemente por curiosidad. Esto permite a la familia intervenir tempranamente en el evento. En cambio, la situación es diferente para el niño que tiene miedo y miedo de sus padres y tiene que ocultarles algo. En lugar de contarle a su familia sobre un peligro que encuentra afuera, actúa según sus propias decisiones y aumenta la posibilidad de encontrarse en situaciones de riesgo. Por este motivo, en primer lugar se debe establecer una comunicación abierta y acrítica con los niños y crear un entorno familiar en el que puedan abrirse.
Los niños aprenden tomando a sus padres como modelos a seguir. No basta con que un padre le diga algo al niño, es su propio comportamiento. Debe mostrar la verdad con sus hechos. No funcionará muy bien si un padre que fuma, bebe alcohol o tiene el hábito de jugar en casa le dice a su hijo que no haga estas cosas. El hecho de que el padre también esté realizando este comportamiento lo normalizará a ojos del niño y hará que no lo vea como un riesgo. Si hay algún comportamiento que no quieres que tu hijo haga, es muy importante que te cuides y te des cuenta de qué tipo de modelo a seguir eres para él. Es uno de los errores cometidos. Desafortunadamente, hoy en día, las drogas, etc. Los malos hábitos no existen en un solo tipo de lugar. Es un riesgo que puede afrontar cualquier tipo de persona en cualquier lugar. Por eso, ignorar el tema diciendo “a mí no me pasa” no hará más que negarlo. Algunos padres evitan hablar de estos temas porque piensan que sus hijos son particularmente alucinantes. En realidad, esto no es del todo cierto. Los niños deben ser informados de acuerdo con su grupo de edad. De lo contrario, el niño accederá a esta información desde diferentes lugares y tendrá más probabilidades de sufrir daños por tener miedo de hablar con sus padres. Lamentablemente, en una época en la que la información se difunde tan rápidamente, los niños aprenden todo lo que no aprendieron de sus padres de forma externa y, a menudo, de forma incontrolable. Los padres que no sepan cómo darle al niño información adecuada a su edad sobre estos temas deben buscar apoyo de expertos en el tema.
Con todo esto, los padres deben ser buenos observadores. ¿Qué se entiende por ser observador? Vigilar a un niño las 24 horas del día, los 7 días de la semana, no es seguirlo. Es poder notar los cambios en el estado mental y en el comportamiento del niño durante el tiempo que pasan juntos. Para ello es necesario cuidar de pasar tiempo de calidad. Además, es necesario disponer de información suficiente sobre la vida del niño fuera del hogar. Por ejemplo, quiénes son sus amigos, qué le gusta hacer con ellos, adónde va, qué tipo de niño es en la escuela, cómo son sus lecciones, etc. Los padres deben tener el control. No se debe dar al niño la sensación de que lo están vigilando demasiado de cerca, ni se le debe dejar completamente desatendido. Los padres que pueden establecer este equilibrio generalmente logran comunicarse. Muestran y pueden establecer una relación más equilibrada con sus hijos.
Como padre, es importante poder cuidarse a sí mismo primero y estar abierto a mejorar los puntos que faltan. Cuando se dé cuenta de que no puede hacer esto, obtener apoyo de expertos es importante tanto para su propia salud mental como para guiar a sus hijos en la dirección correcta. Incluso un proceso insidioso como la adicción puede descubrirse tempranamente en familias con una buena comunicación y prevenirse antes de que el niño sufra demasiado daño.
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