¿Deberíamos comer pan? ¿No deberíamos comer?
Cada país tiene su propio pan. En nuestro país existen variedades de pan deliciosas, fragantes y saludables. En esta riqueza no falta el pan de nuestras mesas.
Durante los últimos años, las afirmaciones de que es posible perder peso rápidamente con la restricción de carbohidratos han estado en la agenda. Empezamos a encontrarnos con titulares como "El pan es el único culpable de la obesidad" y "Pan = peso". Cuentan el pan y el azúcar como uno solo, olvidando que el pan contiene una pequeña cantidad de proteínas. Los dietistas llevamos años diciendo que el pan elaborado con harina totalmente refinada no tiene ningún beneficio para la salud. Sabemos que una de las razones por las que nuestros mayores están más saludables es que consumen pan integral. Es cierto que durante muchos años no pudimos encontrar ni consumir en los lineales ningún otro pan que no fuera el blanco, pero con el desarrollo de la industria, es muy fácil llegar a todo tipo de panes, desde avena hasta germen de trigo, desde centeno hasta pan integral. hoy. Por esta razón, no es científico sustentar la afirmación de que “El pan es igual a azúcar” ni la idea de que “El pan engorda directamente”. Lo mejor es consumirlo diversificando la cantidad de cada alimento.
Según el estudio realizado por el Grupo de Trabajo Turco de Epidemiología de la Diabetes (TURDEP-2) en 2010, 1/3 de nuestra población tiene peso normal, 1/3 tiene sobrepeso y 1/3 es obeso. Cuando analizamos la investigación sobre nutrición y salud de Turquía realizada el mismo año en nuestro país, se informa que la contribución del grupo de pan + cereales (bazalama, lavash, pita, filo, etc.) al consumo energético diario de los turcos. personas es el 25%. Nuevamente, según los resultados de este estudio, las mujeres consumen una media de 150 gramos de pan al día, mientras que los hombres consumen 220 gramos de pan. Nuestro consumo diario de pan y sus derivados asciende a 6-8 rebanadas de pan, lo recomendado para una alimentación saludable. El pan consumido en esta cantidad normal no provoca aumento de peso o esta cantidad de pan no puede considerarse culpable de obesidad.
¿Deberíamos comer carne roja? ¿No deberíamos comerla?
La carne roja tiene una imagen de larga data: "Causa enfermedades". La principal razón de esta mala imagen de la carne roja es la dificultad de digestión y la sustancia cancerígena que se forma durante la descomposición de los nutrientes en los intestinos. Se muestra amenaza para la salud. ¿Es esta imagen verdadera o falsa?
En las investigaciones sobre dieta y cáncer de la Organización Mundial de la Salud y en estudios realizados en América, Inglaterra y Alemania, se ha reportado que el riesgo de desarrollar cáncer disminuye en quienes consumen menos carne, y que la El riesgo de contraer enfermedades aumentará con el aumento del consumo de carne.
En una dieta basada en carnes rojas, el patrón nutricional general contiene muy poca fibra dietética y componentes nutricionales antioxidantes, que pueden desencadenar algunos tipos de cáncer. Puede aumentar el riesgo de cáncer por la formación de carbonos heterocíclicos y compuestos aromáticos policíclicos al cocinar la carne a altas temperaturas en fuego directo. Además, existen estudios que tienen relación entre el alto contenido de grasas y colesterol y el cáncer de próstata y mama. ¿Son estas razones suficientes para dejar la carne? Claro que no. Definitivamente deberíamos incluir carnes rojas en nuestra dieta. Pero, ¿qué carne debemos comer, cómo cocinarla y con qué frecuencia? Lo importante es encontrar respuestas a estas preguntas. Se debe preferir la carne de oveja o ternera, que no tiene grasa visible, tiene una etiqueta de consumible fiable y ha sido controlada. La carne se debe cocinar a temperatura normal. Además de la formación de sustancias cancerígenas en la carne cocinada a altas temperaturas, se producen pérdidas de vitaminas y resulta insípida. La forma más saludable de cocinar es cocinar con algunas verduras en una olla a presión en un poco de agua. El ácido linoleico conjugado (CLA), que abunda en la carne si se cocina de forma saludable y se consume en cantidades adecuadas, muestra un beneficio protector contra el cáncer y previene el deterioro vascular.
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