Si el primer nacimiento en la vida humana sale del útero de la madre, nuestro segundo nacimiento es la experiencia del "Matrimonio" donde saludamos a una nueva vida, al igual que el primer nacimiento.
Incluso si te casaste con tu cónyuge después de un largo período de noviazgo, una vez que comienzas a vivir bajo el mismo techo, surgen actitudes y comportamientos de ambas partes que se sorprenden mutuamente. Este proceso generalmente se describe con frases similares como “la persona con la que me casé ha cambiado mucho” o “ya no eres la persona que conocía” o “te has convertido en una persona diferente…” etc.
El matrimonio os convierte ya no en dos personas, sino en parte de un todo social, que incluye familias y parientes, y os incluye en un sistema. Entonces el matrimonio es un fenómeno sistémico. Es como un ciclo en el que ambas partes se influyen mutuamente.
Los primeros patrones de relación en nuestras vidas donde experimentamos relaciones cercanas son las relaciones que establecemos con nuestra madre, padre y hermanos. Cuando llegamos a la edad adulta, la única relación cercana que se asemeja a las primeras relaciones que establecimos en la infancia es la "relación matrimonial". Una vez establecido el vínculo matrimonial, los individuos intentan establecer relaciones similares de padres y hermanos en sus familias originales con la persona con la que se casan. Porque nuestro cerebro depende de sus hábitos y le gusta encontrar similitudes entre sus experiencias. Las personas que se casan recrean los problemas de relación que experimentaron en sus relaciones familiares originales, pero que inconscientemente olvidaron y de los que no fueron conscientes hasta que se casaron, en su propia relación matrimonial. El propósito de esta actitud, que en realidad es el acercamiento del inconsciente, es curarnos dentro de otra relación y reparar nuestras heridas. Sin embargo... el resultado se convierte en serios problemas matrimoniales.
Especialmente después de eventos importantes que afectan la vida, como tener un bebé, dificultades financieras, pérdida del trabajo, no recibir suficiente apoyo de las familias, conflictos entre familias o la muerte de uno de los mayores de la familia, los problemas de relación en el matrimonio se desencadenan más.
En tales casos, resulta cada vez más difícil para las parejas comprenderse a sí mismas, a sus cónyuges y a la relación entre ellos. Es casi inevitable que todo matrimonio atraviese períodos tan difíciles. En esos períodos, las parejas se vuelven cada vez más ansiosas por sus relaciones y no pueden ver las opciones que tienen ante sí. se convierten. A menudo se piensa que el divorcio es la única opción. Sin embargo, existen otras opciones de solución. Mientras atraviesan tiempos difíciles, la opción más racional es que las parejas reciban terapia matrimonial profesional para que puedan ver diferentes opciones y comprender su situación y la de cada uno.
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