Se define como un trastorno no progresivo de la postura y el movimiento y debilidad debido a una lesión y defecto sufrido por el cerebro en desarrollo. Su frecuencia en nuestra sociedad es de 4 sobre 1000. Esta condición suele ir acompañada de epilepsia, retraso mental, problemas de audición y visión. Puede desarrollarse antes de los dos años por diversas razones intrauterinas, de nacimiento y postnatales. Se clasifica en espástica, discinética, atáxica y mixta. En el tipo espástico, puede verse como bilateral (cuadriparesia, diparesia) o unilateral (hemiparesia).
El tipo discinético se divide en dos: coreoatetósico y distónico. El tipo atáxico es el menos común. En el tipo mixto se observan dos tipos clínicos juntos. Es importante realizar un estrecho seguimiento neurológico de todos los bebés en riesgo para su reconocimiento temprano y rehabilitación.
Es el tipo más común de diparesia espástica en bebés prematuros. El tipo discinético se observa en bebés que se someten a un intercambio sanguíneo debido a ictericia elevada (tabla de kernicterus). El pronóstico más grave es el del tipo cuadriparético espástico. La falta de oxígeno al nacer es una de las principales causas de esta afección. Los trastornos congénitos del desarrollo cerebral, las causas vasculares y las hemorragias provocan hemiparesia espástica. Las imágenes cerebrales (CT, MRI) se utilizan en el diagnóstico de parálisis cerebral.
También se requiere un examen EEG en pacientes con epilepsia. El tratamiento incluye medicamentos para las contracciones, fisioterapia, toxina botulínica e intervenciones ortopédicas para contracturas permanentes. Un abordaje multidisciplinar es fundamental para estos pacientes debido a las dificultades de alimentación debidas a la disfunción de la deglución, que puede acompañar especialmente en casos graves, problemas respiratorios en pacientes encamados, problemas de conducta en pacientes con retraso mental moderado y severo, y defectos de audición y visión. p>
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