La psicoterapia es un espacio privado entre el terapeuta y el cliente. La persona que acude a terapia quiere compartir con su terapeuta sentimientos, pensamientos y situaciones que no ha compartido con nadie antes. Sin embargo, puede que no sea fácil abrir su mundo interior a una persona que nunca ha conocido antes. Necesita sentir confianza para poder abrirse sobre su vida privada a la persona que ve por primera vez y con la que sólo se encuentra en determinados momentos de la semana. Es posible que esta confianza tarde en desarrollarse.
Esta situación es bastante normal. Se puede ver en más personas de las esperadas. Por esta razón, sería útil explicar cómo el terapeuta tiene responsabilidades con respecto a la información privada del cliente.
Todo lo que se discute en terapia queda sólo entre el terapeuta y el cliente. No es posible compartirlo con ninguna persona, institución o plataforma ajena. Puede ser necesario notificar a las autoridades competentes sólo si existe la posibilidad de que el cliente pueda hacerse daño a sí mismo o a otra persona. Sin embargo, en tal caso, no existen informes confidenciales por parte del cliente; El cliente debe ser informado previamente. Tener tal obligación no impide hablar de temas que puedan causar daño al cliente. Dado que todo comienza con un pensamiento, la probabilidad de realización disminuye considerablemente en el proceso que lleva a la acción. Por lo tanto, si el cliente tiene esos pensamientos, hablar de ellos en terapia será reconfortante para el cliente y le permitirá aprender a afrontarlos.
¿Qué sucede si el terapeuta y el cliente se encuentran en un entorno social? Debido a la confidencialidad, el terapeuta no toma medidas para comunicarse directamente con el cliente en la vida social. Porque es posible que el cliente no haya compartido con su círculo cercano que acudió a terapia. Por tanto, si el terapeuta da el primer paso, estará violando la privacidad. Sin embargo, si el cliente da un paso como saludar o establecer un diálogo, el terapeuta puede darle la retroalimentación adecuada. Esto sucede lo antes posible. Después, al terapeuta no le es posible mantener un diálogo con el cliente, tomar una copa, pasar tiempo o hacer amigos, como en la vida social. Todo esto se hace para proteger la confidencialidad del cliente.
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