"No he comido adecuadamente, pero esta báscula nunca baja"
"De todos modos no tengo hambre"
"¿Cuánto tengo que comer para ¿Estar lleno?
Si te estás haciendo estas preguntas; pero si no encuentras una solución;
Tal vez la respuesta a tu pregunta sea: ¡A menudo tienes que merendar!
No nos damos suficiente tiempo para sentir hambre y no tenemos una comida completa para sentirnos saciados, por eso es muy natural que te encuentres picando todo el tiempo… O cuando continúas comiendo algo cuando no tienes hambre, puede que no te des cuenta de tu saciedad porque al principio no hay nivel de hambre...
¡Es como estar atrapado en un ciclo sin fin!
Ambos son tus refrigerios frecuentes; sin embargo, puede hacer que no esté satisfecho con la comida.
El nivel de hambre inicial
El tiempo que pasa entre comidas afecta su estado de saciedad. Para mantener en equilibrio su nivel de energía y azúcar en la sangre, comer en intervalos de al menos 3 a 6 horas le permitirá notar la sensación de hambre. Mientras que el bulgur pilaf y el cacık lo mantendrán lleno por hasta 6 horas, las nueces y los albaricoques Si comes con café en tus meriendas, solo te proporcionará 1 o 2 horas de resistencia. Si constantemente come refrigerios durante el día sin una comida completa, puede considerar agregar una comida principal que lo mantenga lleno a su dieta diaria.
Tipo de alimento
El tipo La cantidad de alimentos que consume también afecta su tiempo de saciedad. Las verduras de hojas verdes como lechuga, espinacas, repollo, coliflor, brócoli, pimientos, cebollas, calabacines, fresas, de gran volumen pero bajas en calorías, son una forma lógica de reducir las ganas de “morder” durante el hambre intensa; sin embargo, no te hacen sentir lleno por mucho tiempo.
Alimentos ricos en proteínas (carne, pollo, pescado, huevos, leche y productos lácteos) y ricos en grasas (nueces, aceite de oliva, aguacate...) Ayuda a prolongar la estancia.
Los alimentos que contienen hidratos de carbono (variedades de cereales y pan, arroz, cebada, avena, pasta...) eliminan la sensación de debilidad que acompaña al hambre. Te ayuda a sentirte con energía y tu cuerpo recibe señales de saciedad. Sin embargo, la sensación de saciedad que aportan no es tan prolongada como la de las proteínas y las grasas.
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