A veces todos pasamos por períodos que definiríamos como crisis o emergencia. Esto incluye las dificultades que experimentamos en nuestra vida personal; Los ejemplos incluyen mudanza, divorcio, enfermedad, cambio de trabajo, muerte. Podemos vernos afectados tanto por los acontecimientos sociales como por nuestra vida personal. Accidentes, noticias sobre desastres, fluctuaciones económicas, acontecimientos políticos y, como nuestro ejemplo más reciente, la agenda del coronavirus.
Los recursos que utilizamos para continuar nuestra vida diaria frente a una agenda individual o social pueden no ser suficiente para nosotros. Por ejemplo, nos sentimos más cansados debido a las largas y tensas jornadas de trabajo, y muchas veces podemos sentirnos tristes ante las malas noticias. Si hay un paciente al que debemos cuidar, es posible que debamos reducir el tiempo que tenemos para nosotros mismos.
Nuestras prioridades cambian naturalmente en tales situaciones. La gestión o eliminación de la situación de crisis en cuestión pasa a primer plano. Puesto que tenemos que afrontar esta situación, las situaciones más arbitrarias que nos reservamos quedan en un segundo plano y se convierten casi en un lujo. Aplazar los viajes hasta que finalice el periodo de exámenes es una situación que todos conocemos. No nos apetece ir a un concierto en tiempos de desastre social. En la agenda del coronavirus, las prioridades de nuestra vida diaria están cambiando de lugar con las medidas tomadas a nivel social e individual. Todos intentan tomar precauciones al nivel que consideran apropiado para ellos. La posibilidad de trabajar desde casa, el cierre de escuelas y lo seguro que es utilizar el transporte público y socializar están en la agenda de todos. La primera pregunta que nos hacemos al reorganizar nuestra vida diaria: ¿estamos a salvo? Las precauciones que tomamos para sentirnos seguros son conocidas. Mientras intentamos seguir las recomendaciones recomendadas para reducir la contagiosidad del virus, intentamos asegurarnos de tener lo básico para el tiempo que pasaremos en casa.
En este caso, hay otra pregunta que a menudo olvidamos hacer: ¿Estamos bien? Si hay un tema delicado en nuestra agenda, podemos sentirnos diferentes de lo habitual. Es natural que nos sintamos tristes cuando recibimos malas noticias o que nos sintamos cansados al regresar del hospital. Cuando nos sentimos así, es posible que no pensemos en cuidar de nosotros mismos. De hecho, parecemos ignorarnos a nosotros mismos mientras nos centramos en nuestro propio bienestar ante un desastre social. Podemos pensar y sentirnos culpables. En algunas situaciones de crisis, es posible que en realidad sea necesario dejar de lado todas las necesidades excepto las más básicas. Es inevitable que algunas noches pasemos sin dormir cuando hay un bebé con fiebre en casa.
Si hay una situación en nuestra agenda que requiere sacrificio, algunos de nuestros recursos ya están bajo presión. Cuando ya nos encontramos en una situación difícil, las necesidades básicas se cubren de alguna manera. Esto fue lo primero que nos vino a la mente ante el coronavirus. El aumento del tiempo que se pasa en casa y la posibilidad de mantenerse lo más alejado posible de las áreas sociales aumentó la demanda de alimentos básicos y productos de limpieza. Para sobrevivir…
Entonces, ¿estaremos contentos con sobrevivir?
Si nuestras necesidades básicas se satisfacen de alguna manera en períodos difíciles, generalmente no prestamos mucha atención a cómo nos sentimos. Usamos expresiones como “ya estoy cansado”, “estoy nervioso”, pero no pensamos mucho en cómo afrontar esta situación. A medida que las condiciones siguen siendo difíciles, nos acostumbramos a sentirnos agotados. Precisamente por eso tenemos que cuidarnos, en definitiva, porque las condiciones son difíciles. Cuidarnos está entre las necesidades básicas, pero muchas veces la pasamos por alto.
A la hora de planear pasar mucho tiempo en casa, ¿no sería más fácil pensar en lo que haremos y en ¿Qué comeremos y beberemos? ¿Qué podemos hacer para que este tiempo sea más agradable que sentirnos atrapados en casa? Si bien la incertidumbre y la ansiedad en la agenda y la interrupción de la rutina normal ya son agotadoras, ¿por qué no deberíamos hacer cosas que sean buenas para nosotros mismos?
En situaciones en las que nos vemos privados de algunas cosas que Será bueno para nosotros, poner a los demás en primer lugar y reunir fuerzas nos facilitará afrontar situaciones difíciles. A veces esto puede ser muy simple, por ejemplo, una pausa para el té durante una agenda ocupada, un baño cuando estás nervioso, escuchar música mientras estás corriendo. Dar oportunidades a posibilidades de recuperación espontánea como éstas eleva nuestro estado de ánimo durante el día.
Por otro lado, es importante adquirir el hábito de pensar en la pregunta "¿qué es bueno para mí?". Porque en tiempos de crisis es posible que no siempre tengamos acceso a la primera opción que se nos ocurra. Si ha pensado en esta pregunta antes, le resultará más fácil recordar otras opciones en tiempos de crisis.
Al pensar en nuestras necesidades básicas en tiempos de crisis, en general También priorizamos las necesidades físicas. Nuestra necesidad, tan básica como llenar el estómago, es cuidar nuestro estado de ánimo. Darnos cuenta de que esto también es una prioridad y considerar invertir en ello con antelación nos ayudará a superar los tiempos difíciles más fácilmente.
Una de las preguntas que deben hacerse en la agenda del corona es:
Para poder realizar este proceso lo mejor posible ¿Qué necesito?
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