En el trabajo, a la hora de hacer planes con mis amigos o en la familia, me adapto a las decisiones que se toman y no presto mucha atención a mis propias opiniones. La satisfacción de quienes me rodean siempre es lo primero. Es cierto que últimamente he estado nervioso. No entiendo por qué me enojé tanto. Hace una semana, mis amigos y yo hablamos sobre nuestro plan de vacaciones. Quería ir a un lugar diferente, pero acepté el lugar que me ofrecieron. Al principio me gustó aceptar este plan. Después de todo, los valoraba mucho. Podrían tener lo que quisieran, dije: "A mí no me importa". Sin embargo, unos días después, mientras hablaba de otro tema, me enojé con ellos sin motivo alguno. Mientras estaba sorprendida y tratando de entender la situación, lo que pasó por mi mente fue; “Es como si no fuera libre y no pudiera vivir y gestionar mi vida como quisiera. Me siento controlado y presionado. Me pregunto por qué a los demás no les importa lo que necesito." strong>
Este esquema te hará decir "a mí no me importa". Nuestra infancia no tiene que ser perfecta para que seamos adultos que se adapten bien a la vida, pero vemos que surgen efectos positivos cuando es "suficientemente buena". La respuesta a la pregunta de qué necesita un niño para su desarrollo reside en realidad en una serie de necesidades universales que todo ser humano debe satisfacer. Un niño necesita principalmente sentirse seguro, autónomo, con autoestima, con expresión propia, con límites realistas y conectado con los demás. Si se cumplen estos, la psicología del niño progresa de forma saludable. Si falta; Los primeros esquemas desadaptativos formados por el efecto dañino de estas necesidades insatisfechas se desarrollan a lo largo de la vida. Éstas son nuestras creencias fundamentales sobre nosotros mismos que son difíciles de cambiar. Son patrones autodestructivos que comienzan en la infancia y se repiten a lo largo de la vida. Uno de ellos es el esquema de "sumisión"... Este esquema te hace pensar que estás siendo controlado. Se revela la ira que se ha acumulado con el tiempo porque no te importan tus propios deseos.
Tu sumisión también puede aparecer como situaciones en las que te sacrificas excesivamente para hacer sentir bien a los demás. Por ejemplo, es posible que usted deje de cumplir con sus propias responsabilidades laborales para poder avanzar en la carrera de su cónyuge. Crees que saldrá lastimado si no haces un sacrificio. Eliges obedecer en todas tus relaciones personales. Con el tiempo, es posible que te vuelvas pasivo y detengas tu progreso. Esta pasividad puede llevar a situaciones como procrastinar el trabajo y no cumplir las promesas. Si la pasividad está relacionada con tu trabajo, la gente puede pensar que no quieres progresar. Debido a este esquema, tiendes a establecer relaciones con personas egocéntricas. Ellos te necesitan y tú los necesitas... Irónicamente, cuando expresas tus necesidades, te acusan de ser egoísta. Con el tiempo, empiezas a sentirte presionado y estancado. ¿Cuál es la base de la experiencia de "sumisión" que parece facilitar la adaptación a la vida pero la hace tan difícil? Una de las razones principales puede ser el temperamento, o es posible que tus padres te hayan criticado o castigado cuando intentaste actuar individualmente. Sin embargo, el hecho de que creciste en una familia que te descuidaba y anteponía sus propias necesidades a las tuyas sentó las bases de tu esquema. Mientras luchas con tu esquema, intenta cuidar de ti mismo y de tus necesidades y deseos. Pide ayuda a la gente con tus solicitudes. Reevalúe las relaciones en las que se siente controlado. Trate de mantenerse alejado de las personas que cree que son egocéntricas y que lo acusan de ser egoísta. En lugar de procrastinar, concéntrate en por qué lo estás procrastinando. Cuando te enojes, descubre por qué estás enojado y qué emoción experimentaste antes. Recuerda que expresar tus deseos, en lugar de “No se darán cuenta”, te ayudará…
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