Resistencia a la insulina y obesidad

La obesidad y la resistencia a la insulina son problemas que a menudo están interrelacionados y juegan un papel importante en la formación de muchas enfermedades como el síndrome metabólico, la cardiopatía isquémica, la aterosclerosis y la hipertensión, así como la diabetes tipo 2. Aunque las normas dietéticas adecuadas son el primer paso en el tratamiento de ambos problemas, no se obtienen resultados adecuados si no se incluye una planificación de ejercicio específica para el paciente. Debido a que nuestro cuerpo está rodeado de músculos y los músculos esqueléticos, que proporcionan su energía a partir de la glucosa, constituyen una gran parte del peso corporal. Por tanto, la resistencia a la insulina se produce principalmente en el tejido muscular. Los ejercicios que fortalecen los músculos sin cansarlos, especialmente los llamados ejercicios aeróbicos, aumentan el uso de glucosa por el tejido muscular, lo que resulta en una menor secreción de insulina por parte del páncreas y rompe gradualmente la resistencia a la insulina. En estos trastornos, con un programa de ejercicio planificado y realizado regularmente, la pérdida de peso es mayor, la resistencia a la insulina se corrige más rápidamente, se previene durante mucho tiempo nuevos aumentos de peso y la persona se siente mejor psicológicamente. Sin embargo, los ejercicios realizados sin una evaluación anatómica, mecánica y física del paciente y sin un plan personalizado pueden causar dolor debido a distensiones músculo-articulaciones-ligamentos y el paciente puede evitar realizar ejercicio.

Después del examen físico Especialista en medicina y rehabilitación, se toma terapia con ejercicios, el objetivo en pacientes obesos y pacientes con resistencia a la insulina es principalmente corregir la postura y fortalecer las articulaciones y músculos donde se detecta debilidad. Antes de iniciar los ejercicios se determinan los problemas anatómicos y funcionales de la persona. Posteriormente, se aumenta la flexibilidad de músculos, articulaciones y ligamentos con diversos aparatos de fisioterapia y se fortalecen los músculos con aparatos especiales. Los edemas y los trastornos circulatorios en los tejidos blandos se tratan con dispositivos especiales y masajes para el linfedema. Si el paciente tiene trastornos musculoesqueléticos existentes, se le trata adecuadamente. Cuando el paciente alcanza la fuerza muscular suficiente y sin dolor, se inician programas de ejercicio activo con frecuencia e intensidad planificadas.

Recuerda, está en nuestras manos envejecer saludablemente haciéndonos controles de salud periódicos, comiendo sano, centrándonos en actividades mentales y por supuesto hacer ejercicio regularmente.

 

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