¿Qué almohada, qué colchón, qué zapatos?

Las reglas generales son claras a la hora de elegir una cama. No debe ser demasiado blando ni duro, debe estar fabricado con materiales no alérgicos y no productores de gérmenes y debe adaptarse de forma saludable al intercambio de calor. Sin embargo, hay algunas afirmaciones que no son ciertas, como que quienes padecen dolor de espalda deben dormir en una cama dura o en el suelo. De hecho, los materiales de calidad son caros y, en general, los cómodos son de buena calidad. Por lo tanto, utilizar una marca de confianza puede ser la opción correcta.

Al elegir una almohada, los hábitos de sueño de una persona y las enfermedades existentes son importantes. Quienes tienen dificultad para respirar, reflujo o enfermedades cardíacas deben dormir boca arriba y preferir una almohada alta, mientras que quienes duermen boca abajo deben usar una almohada lo más baja y suave posible. Sin embargo, en general, es apropiado dormir de lado o boca arriba y utilizar almohadas que apoyen el espacio del cuello y aseguren que el cuello se mantenga de acuerdo con la postura anatómica. Permanecer en una mala posición durante un sueño prolongado puede provocar daños.

Hay cosas más importantes que la estética a la hora de elegir el calzado. Es importante que las personas con una estructura del pie sana utilicen el calzado adecuado para mantener su salud o corregir un pie con un trastorno anatómico. Porque el vector de reacción creado por el contacto del pie con el suelo puede ejercer una carga adicional sobre cualquier articulación de la parte superior. En otras palabras, un pie que no se coloca en el ángulo correcto puede causar deterioro de las articulaciones de la cadera y la rodilla e incluso dolores de cabeza (como las mujeres que usan zapatos de tacón alto y caminan con las rodillas dobladas). Por tanto, es necesario observar al menos reglas generales. Los zapatos a elegir generalmente deben permitir el intercambio de aire, ser de un material sano, sujetar el tobillo, tener suelas gruesas y flexibles que no aprieten el pie y no deben tener tacones altos. Los zapatos sin suela tampoco son adecuados. Dependiendo de la enfermedad también se pueden utilizar barras basculantes, tacones Thomas o Thomas invertidos, botas ortopédicas y zapatos con plantillas personalizadas. Si tienes problemas en los pies, debes consultar con un especialista antes de elegir el calzado.

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