La demencia es la disminución de las funciones cognitivas del cerebro, como la memoria, la atención, la concentración, el juicio, la toma de decisiones y el habla, por cualquier motivo. Puede manifestarse con olvidos, confusión, dificultad para planificar y realizar las tareas diarias, poner las cosas en el lugar equivocado, olvido de palabras sencillas y cambios de comportamiento y temperamento. Aunque la demencia más común es la enfermedad de Alzheimer, cualquier condición que cause daño al cerebro puede causar demencia. Condiciones médicas como traumatismos craneoencefálicos, algunas deficiencias vitamínicas, adicción al alcohol, diabetes, enfermedades de la tiroides, oclusiones vasculares en el cerebro, infecciones que afectan el cerebro o enfermedades del sistema inmunológico también pueden provocar el desarrollo de demencia.
Enfermedad de Alzheimer
strong>La causa más común de demencia es la enfermedad de Alzheimer. Si bien la tasa de incidencia es del 10% en personas mayores de 65 años, esta tasa aumenta con la edad. Además de la edad, otros factores de riesgo son el bajo nivel educativo, la genética (el riesgo aumenta en aquellos con un familiar de primer grado con Alzheimer), el síndrome de Down, los traumatismos craneoencefálicos, las enfermedades cardíacas, el consumo de alcohol y la depresión. También hay estudios que demuestran que la nutrición regular, el ejercicio y las actividades mentales protegen contra la enfermedad.
Se sabe que en la enfermedad de Alzheimer, las células se vuelven inoperables debido a proteínas anormales que se acumulan en las células cerebrales. A día de hoy, todavía no existe ningún tratamiento para prevenir esta acumulación. El objetivo de los tratamientos aplicados es mejorar la calidad de vida del paciente y de sus cuidadores. Para este propósito, los medicamentos para la demencia se usan más comúnmente para frenar la pérdida de funciones mentales, y también se pueden agregar tratamientos psiquiátricos para corregir los síntomas psiquiátricos resultantes.
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Aunque las células cerebrales comienzan dañarse en la primera etapa de la enfermedad, es posible que no se produzcan olvidos.
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En la segunda etapa, el paciente experimenta un olvido leve, al no poder encontrar pertenencias como llaves o vasos, olvidar comida en el fuego, preguntar las mismas cosas una y otra vez, o contar los mismos hechos como si nunca los hubiera contado antes.
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En el tercero etapa, tiene dificultades para recordar palabras mientras habla, comienza a olvidar nombres y muchas veces pierde sus pertenencias.
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En la cuarta etapa, los problemas de memoria aumentan y se vuelve retraído, testarudo. Rápidamente comienza la superación y el enfado. Se vuelve incapaz de realizar tareas rutinarias con las que está familiarizado.
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En la quinta etapa, confunde lugar y tiempo, puede que no sepa dónde está ni cómo llegó allí. Puede que no pueda encontrar el camino a casa, tiene dificultad para reconocer objetos, bañarse y comer, y no puede realizar tareas como vestirse sin ayuda. En esta etapa, las dificultades de memoria están al nivel de la demencia moderada.
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En la sexta etapa, es difícil hablar espontáneamente, el control urinario y fecal puede verse afectado, el paciente puede no ser capaz de reconocer a las personas que le rodean, ansiedad (miedo), insomnio, sueños o paranoia. Se pueden observar síntomas psiquiátricos como estos.
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En la séptima etapa, la capacidad de hablar se reduce considerablemente, puede haber dificultad para tragar y el niño necesita cuidados constantes.
También se observan cambios de comportamiento y síntomas psiquiátricos en el la mayoría de las personas con la enfermedad de Alzheimer. La depresión, la ansiedad, el miedo a estar solo, las deambulaciones sin rumbo, la irritabilidad, la agresión, la ensoñación, las falsas creencias de que alguien les hará daño o les robarán sus pertenencias y el insomnio son afecciones psiquiátricas que pueden presentarse. En esta etapa, además del tratamiento neurológico, también se debe iniciar el tratamiento psiquiátrico.
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