-¡No desayunaré!
-¡No tengo ganas de comer!
-¿Pedimos desde afuera?
-Yo Comeré más tarde, no tengo hambre...
Algunos de los interminables diálogos entre madres e hijos... Puede que su hijo no quiera sentarse a la mesa a tiempo, se niega comer alimentos o prefiere la comida chatarra en lugar de las comidas caseras. Los trastornos alimentarios son una situación que se vive en muchos hogares. Aunque pueda causar tensión de vez en cuando, puedes superarla y tomar el control. Las investigaciones muestran que los niños con una nutrición adecuada y equilibrada tienen un mayor éxito escolar. Mi consejo para las madres que quieren alimentar a sus hijos con regularidad:
Tengan planes. Estar planificado y programado te ayudará en el plan de alimentación de la casa, como en muchas otras cuestiones. Programa tu menú de comida semanal el domingo y cuélgalo en tu frigorífico para que tu hijo sepa qué se comerá esa semana y que hay orden en la casa. Ponte a trabajar según tu plan semanal, haz tus compras y ten tus materiales a la mano. Si deja su comida para el último momento, puede ser inevitable que una pizza grande llegue a su puerta media hora más tarde. Si eres madre trabajadora, prepara una comida de 2 platos el domingo y guárdala en tu nevera. Puedes facilitar las cosas poniendo albóndigas, wraps rellenos y albóndigas rellenas en tu congelador.
Siéntate a la mesa familiar. Todas las noches, los miembros de la familia deben estar juntos y mirar la televisión. Déjales disfrutar de una comida agradable colgando y charlando. El desayuno, el almuerzo o la cena son buenas oportunidades para enseñar a los niños hábitos alimentarios positivos. Prepara las comidas favoritas de tus hijos según sus gustos. Por ejemplo, en lugar de freír las patatas que a muchos niños les encanta comer, puedes hornearlas en el horno, y en lugar de un plato de coliflor, puedes hornear buñuelos de coliflor en el horno.
Conserva tu Compras bajo control. Recuerda que comerás lo que compres en casa. Recuerde que los alimentos comprados para tener en casa se consumirán rápidamente. En lugar de comida chatarra, compre frutas y nueces frescas y secas en su casa y colóquelas frente a sus hijos, donde puedan alcanzarlas fácilmente.
Permítales elegir sus propios platos principales y meriendas< /fuerte>. Deje que sus hijos decidan qué y cuánto comer. Dame una oportunidad. Respete sus preferencias y gustos alimentarios personales. Bríndeles la oportunidad de rechazar cortésmente los alimentos que no quieren comer. Esta es una forma de enseñarles a tomar decisiones a la hora de elegir alimentos. A los niños les gustan los alimentos en cuya planificación y preparación participan. Anímelos a probar nuevos alimentos sin obligarlos. Probar nuevos alimentos es como probar nuevos pasatiempos. Esto aumenta su conocimiento, experiencia y habilidades.
Cuando se eligen cuidadosamente, los refrigerios reemplazan los grupos de alimentos que su hijo deja de comer durante el día. Durante la edad de crecimiento, se consumen como snacks leche, suero de leche, kéfir, sándwiches de queso, frutas frescas y secas, nueces, etc. Es apropiado consumir alimentos.
Lleva un registro de lo que comes en la escuela y fuera de ella. Si la escuela tiene cafetería, no es necesario preocuparse demasiado. Comerá varios tipos de comidas caseras en el comedor. Sin embargo, si hay un comedor donde se venden escalopes, salchichas, patatas, etc., te recomiendo que prepares desde casa bocadillos saludables para tu hijo, además de ofrecerle fruta fresca y leche. Debe evitar en la medida de lo posible que su hijo coma comida rápida al aire libre. Por lo tanto, haz que vuelva a casa después de la escuela y coma en casa. Comer algo un poco diferente una o dos veces al mes en ocasiones sociales como cumpleaños, etc. no alterará tu dieta habitual.
Da el ejemplo. Recuerda que el mejor modelo a seguir es tú mismo. Recuerda que el hijo de padres que no comen puerros ni beben leche y se lo expresan tendrá prejuicios contra estos alimentos y se negará a comerlos.
Por último, pasa un buen rato intentando comunicarte sin discutir ni criticar. a la hora de comer, para que tu hijo pueda vivir la vida, para que pueda adquirir hábitos alimentarios positivos que perdurarán durante toda su vida.
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