Manejo de la ira en los niños

La ira, una de nuestras emociones más básicas, es una emoción natural y necesaria
para personas de todas las edades. El énfasis en el manejo de la ira no es la eliminación de la ira, sino su capacidad para revelarla de manera saludable. Es importante explicarle al niño que la ira no es algo malo y que el efecto desaparece al cabo de un tiempo. De vez en cuando, estar bloqueado, no comprendido, no visto, sentirse inadecuado te hace enojar. La ira es una emoción secundaria, es decir, contiene una emoción diferente. Las emociones subyacentes son principalmente tristeza, decepción, ansiedad, miedo, vergüenza y culpa. Es más fácil dejar que surja la ira que admitir emociones tan intensas. Darle consejos al niño en momentos de intensa ira no funcionará porque el cerebro primitivo está activo: "Estoy aquí, estoy contigo". Es más apropiado abrirle un espacio para que experimente el sentimiento diciendo. Las peleas domésticas, las enfermedades duraderas, el uso de la ira para alcanzar la meta, la inhibición constante del niño, el crecimiento ilimitado de los niños, el control constante y darse cuenta de que el niño atrae la atención de los padres enojados pueden aumentar la intensidad de la ira. Introducir las emociones al niño, poder hablar con el niño sobre sus sentimientos mientras es el primer paso para el control emocional y ser un modelo para que experimente las emociones de una manera saludable son cuestiones que deben considerarse cuidadosamente. Mientras que la agresión es un comportamiento, la ira es una emoción. Interfiere con el comportamiento, no con las emociones. "Te acepto a ti y a tus sentimientos, pero no acepto tu comportamiento". Transmitir el mensaje tranquilizará al niño. Es necesario determinar las principales razones que subyacen al enfado y realizar la intervención necesaria. Mientras que los niños de 1,5 a 2 años pueden enojarse con el tema de no ser comprendidos porque su desarrollo del lenguaje no es suficiente, para los niños de 2,5 a 6 años es el período en el que aumenta la importancia de la autonomía y de actuar por sí mismos y, por lo tanto, las inhibiciones generan intensos enojo. No todos los niños enojados necesitan intervención o apoyo terapéutico. Si el momento de ira dura mucho tiempo, se ve 4-5 veces al día, el niño se vuelve loco en estos momentos, se desmaya, es decir, si hay rabietas, puede ser una buena opción consultar a un especialista. .

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