Sentimientos de inferioridad y búsqueda de superioridad

Una persona ha estado observando las personas, los acontecimientos, los comportamientos y las reacciones que le rodean desde el momento en que nació. Con estas observaciones, adquiere nuevas enseñanzas que afectarán su visión de sí mismo y del mundo. Estas enseñanzas adquiridas personalmente; Puede ser funcional, facilitando el afrontar situaciones difíciles de la vida, además de ser disfuncional y provocar juicios negativos generales sobre la vida.

Este proceso de observación comienza con el contacto de un bebé recién nacido con adultos que son superiores a él en todos los sentidos. Recién nacido; Para satisfacer sus necesidades básicas como nutrición, alojamiento y protección, necesitan adultos que puedan reconocerlos y darles una retroalimentación correcta, y que estén suficientemente desarrollados en términos de desarrollo cognitivo y emocional.

Las necesidades mencionadas en el futuro también continúan existiendo cambiando de forma. Cuando se satisfacen tanto las necesidades antiguas como las nuevas en el momento adecuado y de la manera correcta, surgen dos situaciones. Primero, el bebé se da cuenta de que hay personas que lo comprenden y son sensibles a sus necesidades, y se desarrolla un sentimiento de confianza. Por otro lado, la insuficiencia de dependencia de cuidadores superiores a él le hace encontrarse con el sentimiento de inferioridad que le acompañará durante toda su vida.

Ser pequeño, indefenso y necesitado de atención y ayuda durante la niñez refuerza los pensamientos de que este desamparo tendrá que persistir durante toda la vida y que no se puede luchar contra la vida solo. Esta situación demuestra que todo el mundo tiene más o menos un sentimiento de inferioridad desde la infancia (Adler, 1927/2018). La única manera de lograrlo es alcanzar el éxito y, en este punto, el sentimiento de inferioridad adquiere el papel de una fuerza, un motivo que empuja a los individuos hacia el éxito. Lo saludable es el autodesarrollo y el éxito en áreas que serán beneficiosas para otras personas, pero en algunas situaciones no saludables, el sentimiento de inferioridad se vuelve muy intenso y la persona comienza a esforzarse sólo para demostrar su propia superioridad (Feist & Feist , 2008).

En esta situación insalubre, el sentimiento de inferioridad se vuelve irresoluble e irreparable, y el 'complejo de inferioridad' se desarrolla. El pensamiento y el miedo a no estar donde debería estar se intensifica, aumentando el sentimiento de inferioridad que siente el individuo. Así, el único foco está en “establecer superioridad” y en paralelo a esto, “más éxito” y piensa que solo puede existir demostrando su valía en el tiempo (Shultz, 2013; citado en Selvi, 2018).

Como ya hemos mencionado, se necesita más esfuerzo para superar el complejo de inferioridad. A medida que la persona se esfuerza, tenderá a buscar diferentes caminos y mostrará comportamientos más desadaptativos. Según Adler (1927), estas conductas desadaptativas se definen como “lucha por la superioridad” y, en términos generales, una sobreestimación de las propias capacidades y logros, siendo la fuerza motivadora de la vida. Para bajar el nivel del complejo de inferioridad, el individuo puede mostrar conductas despectivas, agresivas e irreprochables que le hagan considerarse superior a los demás (Topçu, 2018). La necesidad de creer que son diferentes y especiales de los demás crea expectativas, como que otras personas se interesen más en ellos y exhiban comportamientos que los harán sentir diferentes. Por ello, revisar y criticar constantemente a los demás; tienden a exhibir actitudes que pueden considerar 'superiores' en su comunicación y relaciones con otras personas, como mostrar que tienen las mejores características y reunir evidencia (Beck, Freeman & Davis, 2004; citado en Selvi, 2018 ).

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