La epidemia de coronavirus ha afectado a casi muchos países del mundo. La forma más importante de protegernos de esta epidemia es quedarnos en casa. Durante este período nos quedamos en casa, nuestras rutinas cambiaron. Antes de la epidemia, los niños tenían un cierto orden durante el día. Despertarse por la mañana, comer, ir a la escuela, regresar de la escuela y dormir estaban en cierto orden. Durante este período, los niños se mantuvieron alejados de la escuela, de sus amigos y de sus profesores. Tanto el cambio en las rutinas diarias como la incertidumbre del proceso epidémico afectaron negativamente a las familias y a los niños. Es perfectamente normal preocuparse por esta incertidumbre provocada por el proceso epidémico. Nuestra ansiedad es la emoción más básica que nos permite sobrevivir. Durante esta epidemia, tomamos algunas precauciones por temor a que el virus se transmita. Protegernos de enfermedades, minimizar el riesgo de contaminación, lavarnos las manos frecuentemente, respetar la distancia social y no salir a menos que sea necesario son las precauciones que tomamos debido a nuestras preocupaciones. Sin embargo, si nuestra ansiedad es mucho mayor de lo que debería ser, puede afectar negativamente a nuestra salud mental. Durante este período, si las reacciones de los padres son demasiado exageradas y prevalece un estado de pánico, es inevitable que los niños no se vean afectados. Porque los niños aprenden observando las reacciones de sus padres y dando respuestas similares. Si los padres obtienen información de las fuentes adecuadas, les resultará más fácil afrontar este proceso. Las familias que leen constantemente artículos sobre este tema en las redes sociales pueden aumentar su ansiedad, lo que puede tener un impacto en los niños. La ansiedad se propaga muy rápidamente. Puede resultar un poco más difícil para los niños en edad preescolar comprender y expresar este proceso epidémico. En este proceso se debe aprender cuánto sabe el niño sobre este tema. En el periodo preescolar, los niños pueden tener dificultades para expresar verbalmente sus inquietudes. Se pueden utilizar imágenes, dibujos y juegos para comprender mejor al niño. Si el niño expresa que tiene miedo, es necesario intentar comprender sus sentimientos. Deben evitarse declaraciones como "No hay nada que temer, el virus no nos hará daño, no nos pasará nada". Es importante crear un ambiente donde el niño pueda hacer preguntas cómodamente y responder a las preguntas que haga de una manera que comprenda según su edad sin asustarlo. Si el niño no hace preguntas sobre este tema, se deben evitar explicaciones innecesarias sobre el virus. Durante la adolescencia, los jóvenes Es posible que el hombre no se tome la situación en serio. Puede resistirse a quedarse en casa diciendo "a mí no me pasará nada". En tal caso, en lugar de discutir con el joven, sería más útil conocer su opinión sobre este proceso epidémico y crear un ambiente de conversación juntos.
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