La alimentación, que es de vital importancia, es uno de los hábitos básicos que supone un paso para que el niño se gestione por sí mismo. El punto más crítico aquí es cuántas oportunidades le brinda la familia al niño. Cuando trabajaba como psicóloga de jardín de infantes, escuché de familias frases de que “mi hijo no come nada, tiene muy poco apetito, no busca comida en todo el día si lo obligo a comer”. Los niños que comen fácilmente en la escuela pueden volverse tercos y no comer en casa.
En este caso, es necesario revisar 2 cosas:
1) ¿Es ¿Se obliga a comer?
2) ¿Hay demasiada comida en el plato?
Al igual que nosotros, el apetito de los niños también es variable. Algunos niños pueden tener menos apetito, otros pueden tener más. Obligar a comer resultará en que el niño se niegue a comer. Como resultado de situaciones como forzar, rogar, amenazar, decir que castigará a la hora de comer, creará sentimientos de disgusto a la hora de comer y hará que su hijo tenga reacciones de evitación cuando llegue la hora de comer, al condicionarse negativamente a no comer.
Darle al niño tanta comida como quiera, es importante no insistir en más y darle la oportunidad de comer solo. Desde las primeras etapas se debe permitir que el niño coma él mismo sosteniendo la cuchara, incluso si se derrama, pero se debe prestar atención a que la conducta alimentaria sea en la mesa y, si es posible, con los miembros de la familia. De esta forma, el niño observa e imita cómo comen los adultos, aprende etiqueta y se siente un miembro más de la familia. En ocasiones, es posible que los niños tampoco coman para llamar la atención de sus padres. El hecho de que la familia esté muy interesada en que el niño no coma, que hablen de esta situación con los demás y que el niño escuche estas conversaciones despierta la idea de que pueden cumplir sus deseos a través de la comida. Será bueno no prestar demasiada atención y no caer sobre el niño cuando no come, no forzarlo si no come en esa comida, pero no darle nada más si tiene hambre hasta la próxima comida. . Cuando el niño no come, aprenderá que no podrá reponerlo hasta la siguiente comida y sufrirá las consecuencias de su comportamiento. En esta actitud, es importante que la familia esté decidida.
No se debe llenar demasiado el plato, se debe agregar si se desea. No hay que olvidar que; Cuando los niños no están satisfechos, es posible que quieran más. Si hay alimentos que no le gustan en la comida, se le debe agregar aunque sea un poco de las cosas que le gustan, o las cosas que al niño no le gustan se deben alimentar de diferentes maneras. Por ejemplo ; como ponerle queso a las tortitas…
En ocasiones la comida se puede servir utilizando platos, tenedores, cucharas y presentaciones interesantes que le gusten al niño. La elección que hace el niño de los materiales que utilizará mientras come puede afectar su deseo de comer. Antes de sentarse a comer se debe establecer una rutina como en la rutina de sueño, y el niño debe lavarse primero las manos y la boca. Cuando el niño está psicológicamente preparado para la comida de esta manera, le resultará más fácil estar mentalmente preparado también. Puede resultar útil pedir específicamente la opinión de su hijo creando opciones. p.ej; Quizás te preguntes, ¿te gustaría comer un plato de verduras, preferirías frijoles frescos o espinacas? No será un gran problema si no comen algunas comidas y comenzarán a comer cuando tengan hambre a menos que se les obligue.
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