Contar el final de la vida al niño, que representa el comienzo de la vida, es un tema complejo. El duelo es nuestra respuesta psicológica ante cualquier pérdida o cambio. La ley también incluye el cambio de escuela del niño, el divorcio, el cambio de ciudad, la terminación de una amistad, la pérdida de una mascota o de su juguete favorito. Es más saludable para los niños afrontar el concepto de muerte con mascotas o plantas. El tema de la muerte no debe dejarse a la imaginación del niño y la información debe transmitirse de acuerdo con su desarrollo. Hay que decir que las personas nacen, viven y mueren cuando llega el momento. Los padres no deben culparse porque la muerte es un acontecimiento repentino, a menudo no hay oportunidad de prepararse para una explicación y es un proceso difícil también para los adultos. Es necesario transmitir la verdad al niño en un lenguaje adecuado a su desarrollo. La noticia de la muerte debe ser comunicada por la persona en quien el niño confía y se siente cálida y tranquila, respondiendo a sus preguntas. Se pueden hacer cambios en las explicaciones según la estructura de creencias de la familia. Para una familia fiel, se puede decir que los ángeles los llevan al cielo a través de pasadizos secretos bajo tierra, o se puede decir que luego de ser enterrado en la tierra, este se convierte en aire y se mezcla con la naturaleza. No debe haber adornos exagerados sobre el cielo, es posible que el niño también quiera ir. Para poder explicar de acuerdo con el nivel de conocimiento del niño sobre la muerte antes de la explicación, "¿Qué pasará cuando mueras, qué pasará ahora?" preguntas como: Transferir la muerte al niño en la lógica del cambio de lugar le facilitará su comprensión. “¿Tú también vas a morir?”, preguntó el padre que le explicó. Cuando surge la pregunta: "No podemos elegir el momento para esto nosotros mismos, pero no tengo esa intención por ahora, haremos esto y aquello contigo". Puede realizar declaraciones que sean adecuadas para usted, como por ejemplo: Si hay una pregunta para la que no está preparado, puede investigar un poco y decir que puede volver a hablar en unos días y que puede hablar el día que acordó. Concretar y transferir el proceso de espera del niño crea un ambiente seguro. En los adolescentes, la percepción de traición, la negación y la tendencia a conductas de riesgo son conductas esperadas. Abordar los miedos y ansiedades de niños y adolescentes no surge de la muerte o la pérdida en sí. Es importante darle la seguridad de que no es culpable y que no lo es, escuchar atentamente al niño y captar sus sentimientos.
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