¡Comer es bueno...!

... sólo si nutre nuestro cuerpo y alma.
Comer es importante. Porque ponemos una bonita mesa para reunir a nuestra familia. En ocasiones importantes comemos cuando celebramos. Si alguien a quien queremos se va de la ciudad, nos reunimos para una cena de despedida; si un nuevo compañero se incorpora a la empresa para la que trabajamos, nos reunimos para una cena de presentación. Lo mejor es discutir un nuevo proyecto en una cena de negocios. Cuando salimos con amigos, siempre comemos algo primero y luego vamos al concierto. Cuando pensamos en compasión, pensamos en la comida de nuestra madre, cuando pensamos en romance, pensamos en el desayuno en la cama, cuando decimos vacaciones, pensamos en huevos y salchichas, y cuando decimos invitados, pensamos en pasteles y pasteles.

Disfrutar del sabor de una buena comida y compartir ese sabor con nuestros seres queridos es especial. Porque comer no sólo alimenta nuestro estómago sino también nuestra alma.
No nos cansábamos de comer
Hoy en día, comer ha ido mucho más allá de simplemente llenar el estómago. Más que una acción impulsiva e individual, se ha convertido en un comportamiento complejo determinado por factores psicológicos, sociales y culturales. Como los seres humanos tienen acceso a los alimentos cuando lo desean, no comen sólo porque tienen hambre.

El efecto psicológico de comer es bidireccional: así como lo que comemos afecta cómo nos sentimos, nuestra Las emociones determinan directamente nuestra conducta alimentaria. Los cambios en la conducta alimentaria se aceptan como criterio a la hora de evaluar el estado de ánimo de una persona. Comer demasiado o muy poco indica que algo anda mal. Una vez más, el estado de ánimo y los pensamientos pueden afectar negativamente el proceso dietético de las personas que intentan perder o ganar peso o hacer que lo detengan por completo.

Hablé sobre la dimensión social de la alimentación en la introducción del artículo. Comemos mucha comida para iniciar y mantener relaciones sociales y aumentar la intimidad. Ojalá los factores sociales siempre tuvieran un impacto positivo. Las comparaciones interpersonales, los hábitos erróneos aprendidos de la familia, la presión de los compañeros, la manipulación de los medios y las críticas del entorno social pueden afectar negativamente nuestra conducta alimentaria. La influencia negativa se vuelve mucho más desafiante durante los períodos de dieta que requieren determinación y motivación.

Si todavía piensas que comer es una cosa individual, estás subestimando los efectos de la cultura. ¿Te parece extraño terminar toda la comida del plato e incluso contar los granos de arroz que quedan? ¿o? Luego piensa en las delicias que la gente te ofrece para mostrarte su amor y respeto. Además, tenemos la costumbre de comer pasteles y pastas cuando nos reunimos. Entonces, ¿con qué independencia podemos tomar decisiones ante la insistencia? ¿No hay alimentos que probamos porque sí, aunque no nos gusten? También hay cosas que comemos para que no sobran, sobran o se tiran. Los hábitos alimentarios varían mucho entre sociedades y afectan muchas áreas, desde nuestra vida social hasta nuestra salud.

Por eso digo: ¡comer para nutrirnos, no para sentirnos satisfechos!
Necesitamos energía, vitaminas y minerales y obtener minerales; es decir, comer para nutrir nuestro cuerpo.
Lo que necesitamos es disfrutar el sabor, disfrutar la mesa y compartir buenos sentimientos; es decir, comer para alimentar nuestra alma.
¡Viva la nutrición!

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