Simplemente; La condición que también puede describirse como un almacenamiento excesivo de grasa en el cuerpo se llama obesidad. En la segunda mitad del siglo XX y en el siglo XXI, especialmente en el mundo occidental, mientras la prosperidad aumentaba, el acceso a los alimentos se hacía más fácil, los alimentos se abarataban y al mismo tiempo se diversificaban. Además, la "comida rápida" provocada por las condiciones de vida rápidas, los refrigerios nocturnos que comenzaron con la televisión y los cambios en nuestros hábitos alimentarios han traído exceso de peso en todo el mundo. Los hábitos alimentarios poco saludables, los alimentos que contienen sustancias químicas y hormonales y la disminución de la actividad diaria provocan la acumulación de cantidades excesivas de grasa en el cuerpo. En los adultos, el índice de masa corporal se calcula mediante fórmulas donde normalmente se toman como medidas la altura y el peso. Sin embargo, a diferencia de los adultos, el índice de masa corporal no tiene un valor fijo para la obesidad en los niños. La cantidad de grasa es diferente en niños y niñas. Además, la cantidad de grasa corporal cambia con la edad. Por esta razón, se evalúa el índice de masa corporal de los niños utilizando percentiles específicos de edad y sexo, es decir, curvas de crecimiento. Además, en el diagnóstico de la obesidad se utiliza frecuentemente la relación entre el peso del niño y el peso ideal según la altura, es decir, el peso relativo.
Hoy en día; La obesidad se considera una de las enfermedades crónicas más comunes de la infancia. Especialmente en nuestro país, los maratones de exámenes que soportan los niños y el tiempo que pasan delante de los juegos de ordenador aumentan este proceso. Los niños de familias obesas tienen entre 2 y 3 veces más probabilidades de ser obesos de lo normal. Si ambos padres son obesos, existe un riesgo del 80% de que su hijo sea obeso, del 40% si uno de ellos es obeso y del 10% si ambos padres tienen peso normal. Los niños que tienen sobrepeso en la infancia (3-10 años) tienen sobrepeso u obesidad a una tasa del 50% en la edad adulta. James Fowler, miembro de la facultad de la Universidad de California, dijo que uno de los resultados sorprendentes del estudio es que incluso amigos que están a cientos de kilómetros de distancia pueden afectar su estado de peso. Según una investigación, quienes tienen un amigo obeso tienen sobrepeso. La probabilidad de ser obeso aumenta en un 57 por ciento, en un 40 por ciento para quienes tienen un hermano obeso y en un 37 por ciento para quienes tienen un cónyuge obeso. En amistades muy cercanas, el riesgo se triplica.
La Encuesta de Salud y Nutrición de Turquía realizada por el Ministerio de Salud en 2010 mostró que en niños de 0 a 5 años, el 26,4%; Revela que el 22,5% de los niños de entre 6 y 18 años tienen problemas de peso. Aproximadamente uno de cada cuatro niños tiene un problema de peso. Desafortunadamente, este problema se ha profundizado con el paso de los años. Aparte del trastorno nutricional-de actividad física, rara vez pueden estar implicados factores hormonales o genéticos. Definitivamente también se debe evaluar al niño en este aspecto.
En un sorprendente estudio se determinó que, debido a enfermedades relacionadas con la obesidad, los niños obesos del siglo XXI vivirán menos que sus padres. Hay que tener en cuenta que la obesidad provocará trastornos psicológicos además de problemas de salud física muy graves y diversos. Serán excluidos del círculo de amigos por su apariencia. Cuando a esto se le suma la falta de actividad física, estas personas se vuelven cada vez más retraídas y no quieren salir de casa. Esto conduce a más problemas psicológicos. A medida que pierden peso, su confianza en sí mismos vuelve a aumentar, se reincorporan a la vida social y su depresión termina.
Aunque el cambio de estilo de vida, que se puede resumir en limitar la ingesta de calorías y aumentar la actividad diaria, constituye el Como base del tratamiento de la obesidad, no es fácil implementarlo y hacerlo permanente. De todos modos, el tratamiento médico debe realizarse con el apoyo de un dietista y un psicólogo, así como de un especialista en endocrinología o metabolismo o de un médico con experiencia en medicina interna. Las prácticas dietéticas populares que provocan una rápida pérdida de peso no son adecuadas para los niños. Afectan negativamente el crecimiento y el desarrollo. En cambio, es importante darle al niño los hábitos alimentarios adecuados. Se pueden realizar los siguientes cambios en la dieta del niño:
Consumo de pan de cereales y bulgur en lugar de alimentos con alto índice glucémico como pan blanco, pasta, arroz o patatas, sustituyendo alimentos procesados envasados por frutas y verduras entre comidas, ayran en lugar de bebidas carbonatadas y azucaradas, beber leche y kéfir, comer alimentos saludables en casa en lugar de "comida rápida" Sería conveniente consumir alimentos preparados con diferentes métodos, acudir a los lugares a visitar a pie o en bicicleta si es posible y orientarlos hacia actividades deportivas que realicen con regularidad. Aparte de esto, sería conveniente establecer límites convenciendo al niño de pasar tiempo frente a la televisión, el ordenador o el teléfono. Es muy importante que los padres sean modelos a seguir para sus hijos. Cumplir con los hábitos de consumo de alimentos de los padres, aumentar sus actividades físicas, paseos diarios, utilizar las escaleras en lugar del ascensor facilitará que el niño adquiera este hábito. Dormir lo suficiente y a tiempo no sólo garantizará el equilibrio hormonal, sino que también reducirá la sensación de hambre. Dormir de 8 a 10 horas al día y acostarse a las 11 de la mañana como tarde es lo más saludable para los niños.
El punto más importante; Antes de que se produzca la obesidad, es necesario que el niño adquiera hábitos saludables de alimentación y ejercicio. Es posible adquirir el hábito y la conciencia de una alimentación saludable y de hacer ejercicio regularmente, especialmente en la infancia.
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